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El mundo a través de unos ojos sin iris

El mundo a través de unos ojos sin irisDar un toque de color a los ojos no es la única virtud que la naturaleza otorgó al iris: también le dio la tarea de regular la cantidad de luz para obtener imágenes nítidas. Así que quien carece de él sólo puede tener entre 20 y 70 por ciento de su capacidad visual total.

Este es el caso de Regina, una niña de 7 años que sólo cuenta con una pequeñísima parte de su iris, condición rara que se conoce como aniridia. Sin embargo, los casos en que se presenta necesitan atención de por vida, porque esta se asocia con otras disfunciones oculares e incluso con un tumor en los riñones.

“El principal problema son las enfermedades que se pueden presentar con ella, como glaucoma, cataratas polares, nistagmus y aplasia macular, que provoca la baja calidad de la imagen”, explica el oftalmólogo Carlos Takumi Namba Bando.

El diagnóstico, dice el especialista en segmento anterior, es sencillo, pues los propios padres observan que su recién nacido no puede fijar la vista o que le lastima la luz.

“Regina empezó con una pequeña infección de los ojos y tenía movimientos oculares (nistagmus). Entonces, pedí al pediatra que nos canalizara con el oftalmólogo, y nos dieron el diagnóstico”, cuenta Yoanna Rebeca Arcos, madre de la niña, quien, a partir de su experiencia, decidió escribir una guía sobre la enfermedad.

Genética

El origen de la aniridia se encuentra en el gen Pax 6 del cromosoma 11 cuando este no se desarrolla adecuadamente durante el embarazo. De ahí que padres sin ningún problema ocular puedan tener un hijo con aniridia, y que cada hijo de una persona con aniridia tenga 50 por ciento de posibilidad de heredarla.

“Son niños completamente normales. No son ciegos, sino que tienen baja visión, que les puede traer algún retraso en su proceso de aprendizaje”, aclara Namba Bando.

Regina nació con un ligero retraso neurológico, lo cual, explica el oftalmólogo, no es común en los casos de aniridia, aunque esto no ha impedido su desarrollo académico.

“Está aprendiendo a leer y a escribir, cosa que nos da mucho gusto, porque los doctores nos habían dicho que no iba a poder. Ya sabe escribir su nombre, sabe el abecedario y los números en inglés y español”, asegura su mamá.

Fuente: Georgina Montalvo

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