Mente Saludable

¿Buena o mala suerte?

Generalmente, algunas malas noticias nos llenas de desilusión y desesperanza. Creemos que allí se termina el mundo o las oportunidades. Las sentimos como tajadas irreversibles en el alma.

Generalmente, algunas malas noticias nos llenas de desilusión y desesperanza. Creemos que allí se termina el mundo o las oportunidades. Las sentimos como tajadas irreversibles en el alma.

A veces nos ponemos en tal estado anímico, que desencadenamos una irritabilidad y/o depresión, mismas que envenenan tanto a quienes nos rodean, como principalmente a nosotros mismo al experimentar con todo su sabor esos estados enajenantes.

Caemos en un pesimismo parecido a una bola de nieve que va creciendo hasta que nos aplasta. Pensamos que nacimos con un destino desafortunado y llenos de mala suerte.

Tomamos las noticias como conclusiones definitivas y nos recluimos en el infierno que creamos como si no existiera ninguna otra alternativa.

Lo que no vemos en esos momentos es que la verdadera mala noticia, es en todo caso la que nosotros estamos generando al construirnos esa prisión cuyos barrotes están hechos de nuestras interpretaciones definitivamente amargas.

No recordamos que la vida es sorpresiva y que en su poder de sincronicidad acomodada elementos insospechados que cambian por completo el panorama y pueden, es más, transformar una mala noticia en una buena y que de hecho, si miramos bien, casi siempre lo logra aunque a veces le lleve algún tiempo.

Y si la vida es en verdad tan sorpresiva, hay quienes se preguntarán si no pueden entonces, de la misma manera, transformar una buena noticia en una mala. Efectivamente, también sucede. Conocemos el dicho: “No hay mal que por bien no venga“. Al cual podríamos añadir: “Ni bien que no traiga males”. Es decir que la vida es una continua sucesión de eventos sorpresivos a los cuales no podemos asirnos.

Idealmente, esta comprensión podría facilitar en nosotros un estado de equilibrio saludable gracias al cual cuando recibiéramos malas noticias no cayéramos en el pesimismo y la melancolía, de la misma forma que cuando obtuviéramos buenas noticias no nos vanagloriáramos con arrogancia y soberbia por considerar por encima de quienes no tienen buena suerte.

A nosotros sólo nos toca, en la seriedad de nuestra conciencia y dentro de los límites de nuestra esfera de acción, aproximarnos en lo posible a lo que mejor nos parezca en cada opción en base a nuestra comprensión del amor dejándole a la vida que cambie la mala suerte en buena con su sabiduría y providencia.

Recordarlo, que todo lo que a primera vista parece bueno puede ser realmente dañino, así como lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un regalo disfrazado de dios, el cual, si aprendemos a mirar con ojos de fe y optimismo, podríamos descubrir.

Fuente: Ana Laura Barrena

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