Hasta ahora se conoce ya una buena lista de genes implicados en el desarrollo del cáncer, un listado que crece cada día con nuevos descubrimientos. Sin embargo, la revista British Medical Journal (BMJ) se hace eco del escepticismo de dos especialistas sobre las pocas probabilidades de éxito de esta vía de investigación.
A juicio de Stuart Baker, del Instituto Nacional del Cáncer de EEUU, y Jaakko Kaprio, de la Universidad de Helsinki (Finlandia), es poco probable que la investigación dedicada a hallar los ‘genes del cáncer’ tenga éxito, incluso a pesar de las grandes sumas de dinero que se están invirtiendo en este campo.
Su argumentación repasa, uno a uno, los principales problemas a los que se enfrenta esta ‘caza del gen’. En su opinión, lo más probable es que no existan esos genes clave, pero incluso aunque existiesen es poco factible que puedan tener un gran efecto a la hora de reducir la incidencia del cáncer.
Las últimas investigaciones, recuerdan ambos autores, demuestran el importante papel que juegan los factores ambientales, dietéticos y el estilo de vida en la aparición de un tumor. “Estos estudios han mostrado importantes cambios en la incidencia a lo largo de una o dos generaciones, un tiempo demasiado corto para estar relacionado con la introducción de nuevos genes”, subrayan.
El Estilo de Vida Cuenta
Además, entre sus argumentos se mencionan también los resultados de un reciente trabajo nórdico que evaluó el riesgo de cáncer entre un grupo de gemelos idénticos. “Los autores demostraron que la susceptibilidad genética sólo suponía una pequeña contribución en la incidencia de la enfermedad”, añaden Baker y Kaprio, “lo que apoya la teoría de los factores ambientales”.
Aún en el caso de que futuros ensayos detecten asociaciones consistentes entre genes y tumores, apuntan, todavía habría que resolver importantes escollos para que esta línea de investigación pueda tener repercusiones reales que beneficien a los pacientes. En primer lugar, dicen, habría que confirmar que ese conocimiento biológico implica un factor de riesgo que se puede modificar; además, añade, habría que asegurarse de que los beneficios de una posible intervención superan a los riesgos en pacientes asintomáticos.
Es decir, habría que analizar a miles de voluntarios (entre 10.000 y 30.000) para saber si son o no portadores de la marca genética y, posteriormente, comprobar el efecto de una intervención en aquellos que diesen positivos. “Estos estudios son largos y costosos“, auguran ambos.
En resumen, el documento considera que la investigación genética afronta importantes retos metodológicos y prácticos para la prevención del cáncer. “El entusiasmo sobre este nuevo campo de investigación no debería precipitar expectativas injustificadas”, advierten. No sólo es poco probable que esos genes existan, sino que es difícil que pueda aportar beneficios clínicos.
Fuente: elmundo.es
Qué alegria fuera,,que encontraran la cura definitiva para esta terrible enfermedad,,,,realmente son muuchas las mujeres que sufren con este terrible mal.
Gracias por mantenernos informadas.
Diana.