Una vez pasado el trago amargo de saber que padece cáncer de mama y que éste es metastásico (que ha invadido otras partes de su cuerpo) considere que existe una prueba a la que toda mujer con este diagnóstico debe someterse para saber si su tumor es HER2 positivo, pues existe un tratamiento específico para combatirlo.
“De todos los casos de cáncer de mamá, al momento del diagnóstico, entre el 25 y el 30 por ciento ya son metastásicos; por eso se debería hacer de rutina la determinación del HER2, porque entre el 25 y 30 por ciento saldrá positivo”, asegura Germán Calderillo, presidente de la Sociedad Médica del Instituto Nacional de Cancerología (InCan).
Quienes resultan positivas tienen la opción de tratarse con un fármaco cuya sustancia activa es trastuzumab.
“De entrada se les prescribe la quimioterapia más Herceptin (trastuzumab), y según la evolución, se ve si requiere radiaciones o cirugía”, explica el oncólogo.
Hace algunos años, el cáncer de mama metastásico HER2 positivo era calificado como uno de los más agresivos, pero según Calderillo, a partir del uso del fármaco específico, la sobrevida y la calidad de vida de las pacientes mejora.
El tumor no desaparece completamente, pero tienen 50 por ciento de posibilidades de no volver a recaer, aclara.
En orden
Para poder enfrentar de mejor manera el cáncer de mama, el oncólogo recomienda que entre los estudios que le realicen, contemple los siguientes o pregunte a su médico por qué no le serían necesarios.
Primero, hay que verificar si el cáncer está localizado en la mama o las células cancerosas han alcanzado otros órganos. El médico puede indicar un ultrasonido de hígado, una radiografía de pulmones, un gamagrama óseo y, algunas veces, una tomografía del cerebro.
Si se confirma que hay metástasis, se deben ubicar todas las zonas donde está y tomar muestras del tumor en la mama, para determinar si es del tipo HER2.
Un regalo
En mayo del 2006 le sangró un pezón, el ginecólogo le dijo que probablemente se trataba de una infección y le pidió que se hiciera un ultrasonido; pero Julia Cervantes no lo hizo hasta que sintió una “bolita”.
Después de una mastografía, confirmaron que se trataba de cáncer, cuenta la psicóloga de 31 años y madre de Fernanda y Ana Lucía.
Le extirparon el seno afectado, pero los médicos descubrieron que el tumor había sido HER2 y antes de prescribirle el tratamiento con trastuzumab, la sometieron a seis quimioterapias.
Tras los efectos secundarios de la quimioterapia, que casi la hacen abandonar el tratamiento, Julia dice que Herceptin resultó como “un dulce”, porque no padece daños colaterales.
Le prescribieron 12 dosis, una cada tres semanas; al terminar, será monitoreada por lo menos cada dos meses y tiene la recomendación de realizarse un ecocardiograma.
La mejoría, le permite por ahora ofrecer psicoterapia individual a niños, adolescentes y adultos, y planea especializarse en psico-oncología.
No me revisaba mensualmente
Después de que la habían considerado “libre de enfermedad“, gracias a la quimio y la radioterapia, Ela Guijón recibió otra mala noticia: el cáncer de mama que le habían extirpado en 2003, dejó huella en su pulmón.
Ya era octubre del 2006 y hasta entonces le hicieron la prueba de HER2, y fue positiva.
“Los médicos decidieron darme una terapia dirigida (Herceptin)”, comenta la chef especializada en repostería, que ante su experiencia optó por integrarse a Fundación CIMA.
Lleva ocho de los 12 meses de tratamiento prescrito y se siente bien.
“Es un tratamiento más benévolo, porque en el caso del cáncer lo que te hace sentir abatida son los tratamientos tan invasivos”, considera.
Aunque a Ela le encantaría empatar su trabajo en CIMA con la repostería, por ahora cree que cuenta con información valiosa que puede transmitir a las mujeres.
Fuente: Instituto Nacional de Cancerología