Aprender durmiendo puede parecer todavía un sueño, pero hay un método que se le acerca mucho: el aprendizaje de idiomas bajo una semihipnosis que permitiría al cerebro ser más receptivo a la comprensión sensorial y global de una lengua.
En Alphalearning, en París, una de las contadas escuelas en Francia que proponen la hipnosis como medio de asimilación de una lengua, un ritual sorprendente espera al alumno. Hundirse en un sillón de cuero inclinado en una pequeña cabina de luz tamizada, ponerse unas gafas oscuras con señales luminosas integradas, y colocarse unos cascos en los oídos.
“Está en una playa de arena caliente, le pesan las piernas, el mar centellea”: una voz grave habla en español con fondo de música barroca y después lee un diálogo en español y en francés. Los equipos están programados para sumir el cerebro en semihipnosis con unas señales luminosas y tonalidades sonoras cercanas al ritmo biológico humano de 60 pulsaciones por minuto. Después de esta sesión de media hora, una clase particular con un profesor. Todo por 28 euros la hora.
“El aprendizaje tradicional reposa en el hemisferio izquierdo del cerebro, analítico y lógico, explica Pierre Fallot, director de Alphalearning. “De ahí resultan dos incapacidades: reproducir los sonidos, el ritmo de una lengua, captarla en su globalidad, salir de la traducción palabra por palabra”.
De ahí la necesidad de utilizar el hemisferio derecho, el lado creativo y global. Esta parte del cerebro se explota con mayor dificultad porque está frenada por todo tipo de bloqueos.
“En Francia”, subraya Fallot, “estos bloqueos son particularmente importantes, debido sobre todo a una educación que valora mucho la analítica, a una resistencia cultural al extranjero, pero sobre todo debido a la estructura sonora de la lengua que cubre un pequeño espectro de sonoridades comparado con las lenguas eslavas o nórdicas”.
En los años 1960, el profesor búlgaro Georgi Lozanov desarrolló la sugestopedia, en base a la constatación de que el estado de semihipnosis permite una asimilación cinco veces más rápida y una tasa de memorización superior.
A pesar de lo que promete, este concepto se aplica muy poco en Francia, algo más en Alemania y Polonia. “La gente piensa que somos una secta“, dijo con ironía Fallot, sumido desde su infancia en la enseñanza “alternativa”. Sin embargo, “aprenderse las tablas de multiplicar cantando o leer los apuntes antes de dormir parte exactamente de la misma idea”, argumenta.
Resultado, Fallot se las ve y se las desea para encontrar alumnos: todos los años acuden unos 120, un 85% para el inglés, el resto para el italiano, alemán, español o francés para extranjeros.
Alain Lecaplain, un alumno de 69 años de edad, “siempre (estuvo) abierto a las técnicas alternativas. Le han permitido salir de la depresión y dejar de fumar. Esta vez estudia inglés. “Parte del consciente se altera, asimilas las cosas sin reflexionar, te da una sensación de la lengua”, se entusiasma el jubilado, que quiere “viajar a descubrir Estados Unidos”.
El método, según Fallot, es precioso para los espíritus analíticos débiles, traumatizados por los fracasos escolares.
Marc Choyer, un agente del metro parisino de 48 años de edad, siempre fue “malo en la escuela”. Cuando quiso estudiar inglés con casetes y clases colectivas fue “un desastre”, explica. “Trabajaba dos horas diarias y no retenía más que una frase por semana”. La sugestopedia le ayudó a “quitarse los complejos”.
Fuente: AFP
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