Hagamos una prueba: corre a toda velocidad por tres minutos, luego para e intenta hablar de manera clara y fluida, ¿no puedes?; o bien, realiza diez sentadillas lo más rápido posible y sin detenerte, ¿terminaste agitado y con falta de aire?
Pues ahora sabes lo que siente un paciente con hipertensión arterial crónica (HAP) cada vez que da unos cuantos pasos o realiza un mínimo esfuerzo.
La HAP es una enfermedad progresiva, incurable y de difícil diagnóstico que afecta principalmente a mujeres de entre 30 y 40 años, pero que también suele presentarse en menores de 15 años.
Tomás Pulido Zamudio, jefe del Departamento de Cardioneumología del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”, explica que esta enfermedad se caracteriza por un aumento de la presión en la arteria pulmonar, que es la encargada de llevar la sangre del ventrículo derecho del corazón a los pulmones.
“La disminución en el diámetro de las arterias provoca que fluya una menor cantidad de sangre, esto provoca un aumento de la presión y un mayor trabajo del corazón para conducir la sangre a que se oxigene, generando un crecimiento del ventrículo derecho debido al esfuerzo que realiza”, expone.
Ante la falta de sangre oxigenada, el paciente manifiesta dificultad para respirar, taquicardia, desmayos, cansancio, hinchazón de piernas y tobillos, cianosis y dolor de pecho, especialmente al realizar una actividad física, síntomas que suelen confundir a los médicos.
“Esta enfermedad se diagnostica muy mal, se detecta cuando ya está en un estado avanzado, porque los primeros síntomas son falta de aire y síncopes, los cuales son los más frecuentes en todas las enfermedades respiratorias y cardiovasculares”, señala.
Por lo que el paciente recibe tratamiento para asma, para enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) e incluso para crisis convulsivas, debido a los desmayos que sufre.
La HAP es una enfermedad poco común, la incidencia mundial es de 15 casos por millón de habitantes al año y en México se piensa que existen cerca de 5 mil casos; sin embargo, afecta seriamente la calidad de vida de quienes la padecen.
“Cuando la enfermedad es muy avanzada, las personas no pueden ni bañarse, tienen dificultades para terminar una frase cuando hablan, no pueden cargar a sus hijos y no pueden embarazarse porque si lo hacen la enfermedad se agudiza, la afectación en su estilo de vida es muy seria”, dice.
Las causas
Pulido Zamudio indica que el aumento de la presión en la arteria pulmonar se debe a un desequilibrio entre las sustancias vasodilatadoras (que abren los vasos sanguíneos) y las sustancias vasoconstrictoras (que los contraen), a nivel de las células que recubren las paredes de las arterias.
Esto genera una proliferación de las células del músculo liso que conforman la capa interna de las arterias, provocando que el diámetro del vaso sanguíneo disminuya, favoreciendo la oclusión y el aumento de la presión.
“No sabemos por qué se produce la enfermedad, lo único que se sabe es que se necesita susceptibilidad genética y un factor externo que entre en combinación, como uso de drogas, cardiopatías congénitas, enfermedades del tejido conectivo, fármacos y VIH”, explica.
Ante cualquier sospecha, el paciente debe someterse a diversos estudios como radiografías, electrocardiograma, ecocardiograma y espirometría, para observar si el corazón o la arteria pulmonar están crecidos y medir la capacidad pulmonar y el flujo sanguíneo.
Pero el diagnóstico se confirma a través de un cateterismo, con el cual el médico mide directamente la presión en las arterias pulmonares, expresa el especialista.
En su página de internet, la Asociación Mexicana de Hipertensión Arterial Pulmonar menciona que los tratamientos están dirigidos a aumentar la supervivencia del paciente, disminuir los síntomas y mejorar la tolerancia al esfuerzo y la calidad de vida.
Sin embargo, el especialista advierte que muchos de los pacientes no pueden mantener un apego total al tratamiento, esto debido a que se requiere un gasto promedio de entre 40 mil y 50 mil pesos mensuales para la compra de medicamentos y demás terapias.
Factor que agrava la situación, ya que se calcula que un paciente con HAP sin tratamiento vive cerca de tres años después de haber sido diagnosticado.
Es por eso que la asociación emprendió la campaña “Buscando Pacientes con HAP” con la finalidad de crear conciencia sobre el padecimiento, promover el diagnóstico oportuno y buscar tratamientos más accesibles.
Fuente: Tomás Pulido Zamudio