La madre tiene a su hijo en el regazo. Lo mira con ternura, pero hay también tristeza en su mirada. El pequeñito duerme con el tranquilo abandono del que siente cerca la protección materna.
Miro esta imagen de María y Jesús Niño y me parece ver una anticipación de la Piedad de Miguel Ángel. En mi estatuilla el Dios hecho hombre sueña el sueño de la vida al que seguirá la muerte efímera. En el mármol labrado por el genio el hombre vuelto Dios sueña el sueño de la muerte al que seguirá la eterna vida.
Muchos misterios hay en este trozo de cerámica que cabe en el hueco de mi mano. Pero todo misterio se aclara cuando a él llegan los fulgores de la fe, y todas las oscuridades de la vida se iluminan si en ellas resplandecen las luces del amor.
Alguna vez me dormiré como se duerme un niño. Soñaré en brazos de esa Madre, y ya no hará sombras para mí. Despertaré a la luz, y acabará todo misterio, y toda pena acabará.
Fuente: Armando Fuentes Aguirre