Beatriz Cervantes, aunque lo intuía, no tenía claro si su hijo, que era muy entregado a la escuela, educado, atento y estudioso, era homosexual.
“Hace tres años disipé mi duda al escuchar a Aldo hablar por teléfono y creer que hablaba con una niña y no, era un niño”, cuenta la mujer de 50 años.
Después de esa llamada fue inevitable que él siguiera ocultando su orientación sexual.
“Como era una mujer entregada a la religión, me acerqué a la Iglesia; afortunadamente un sacerdote me dijo que no había nada malo en mi hijo y que buscara otro tipo de asesoría”, recuerda la madre de seis hijos, que tenía poco de haber quedado viuda.
Buscó hasta que un día, hojeando una revista de su hijo, encontró los datos de Cuenta Conmigo, un grupo en el que psicólogas orientan a jóvenes homosexuales y padres que viven situaciones como la de Beatriz.
Primero reconocerse
En Cuenta Conmigo no se tiene como eje inicial pedir a los padres aceptar a sus hijos, sino que todo el que se integre (hijo, hija, padre o madre, hermanos, tíos, abuelos) haga una revisión personal de su sexualidad y las ideas y prejuicios que tiene alrededor de ésta, para que la aceptación de la orientación sexual de cualquier persona aparezca de manera natural, explica Lina Pérez Cerqueda, coordinadora del proyecto, iniciativa de la organización Letra S.
Ese fue el proceso que siguió Beatriz, reflexionó sobre su heterosexualidad y revisó cómo a lo largo de su vida se fue creando una homofobia que hasta entonces no había reconocido.
“Estamos educados de una forma que no nos permite ver más allá de los que nos ha sido transmitido por generaciones”, comenta.
Por ejemplo, ella estudió en un colegio católico y en su familia se hablaba de “jotos” o “mariquitas”.
Asistir a Cuenta Conmigo no cambió su fe en la religión, pero sí sus ideas sobre la homosexualidad, porque entendió que su hijo, como ella y todo el mundo, no eligió su orientación sexual.
Incluso compartió con el resto de sus hijos toda la información que recibía y logró que en su familia se creará otra visión de la homosexualidad.
Su hijo mayor, que se había declarado abiertamente homofóbico, cambió de posición y otro de ellos reafirmó una idea que ya había externado a su madre: “Aldo es el mejor de tus hijos y yo estoy muy orgulloso de mi hermano”.
Autocuidado y proyecto de vida
El objetivo en el grupo de jóvenes es que después de aceptarse como son (porque ellos mismos pueden ser homofóbicos), se creen un proyecto de vida en el que el cuidado de su salud física y emocional sea prioridad.
Ellos terminan hablando de sus emociones y orientación homosexual o bisexual con su familia o en los espacios donde no se habían atrevido hacerlo; se replantean retomar sus estudios o buscar un trabajo; deciden hacerse la prueba de VIH porque reconocen haber tenido prácticas de riesgo e incorporan prácticas con las que se protegen emocional y físicamente en las relaciones afectivas y sexuales que establecen, señala Pérez Cerqueda.
“Este modelo de trabajo tiene como principio que cada persona es su única autoridad; quien llega al grupo se siente aceptado y respetado, no se les impone nada, incluso algunos conocen y se van porque no están de acuerdo”, agrega.
A pesar de que Cuenta Conmigo inició como un programa para jóvenes homosexuales, ahora se pueden integrar bisexuales y heterosexuales, y familiares de algunos de ellos.
Fuente: Cuenta Conmigo