El desgaste natural degrada el cuerpo humano, incluso el de las personas más talentosas. Pero rendir a un nivel de élite, especialmente en deportes olímpicos de alto impacto como la lucha, el rugby o la gimnasia, conlleva más riesgos.
Los hombros ceden, los ligamentos se rompen. Y, para algunos, los tornillos metálicos y las placas de titanio se convierten en un accesorio más en la búsqueda permanente del oro, la plata y el bronce.
Es increíble lo que tienen que entregar, incluido su cuerpo, para conseguir un sueño y para conseguir un resultado para su país. Se ve tan fácil y tan rápido, y entregan tanto, pasan por tantos quirófanos, por tanto dolor, pero no es tan fácil.
Es posible que los aficionados que ven competir a los atletas en los Juegos Olímpicos no se den cuenta de los dolores y molestias que han soportado para llegar a ese evento. Seguramente no verán las molestias que perdurarán mucho más allá de este verano, a veces durante el resto de la vida de esos atletas.
Muchos deportistas olímpicos llevan su cuerpo al límite para ver hasta dónde pueden llegar. Pasan años intentando encontrar las fronteras y los límites del cuerpo humano.
Pero es bastante sorprendente por lo que todos pasan para intentar ser los mejores en su deporte. Y por lo general, no se lo recomiendan a todo el mundo.
En gimnasia, las articulaciones están sometidas a una gran tensión constante. En el boxeo, los puñetazos golpean el cuerpo. En la lucha libre, los cuerpos se retuercen y se golpean contra la colchoneta.
En el rugby 7, los jugadores se aplastan unos a otros, a menudo mientras corren a toda velocidad. En el hockey sobre césped, los palos aplastan los dedos con tanta fuerza que pueden llegar a amputarlos.
En los deportes ecuestres, las caídas de los caballos maltratan el cuerpo de los jinetes, operaciones, fracturas de huesos, placas, tornillos y barras de metal los pueden acompañar por el resto de su vida.
En las Villas Olímpicas, impresiona ver tantas formas y tamaños de cuerpos diferentes, pero también las cicatrices de lesiones y operaciones.
Habían cosas que hubieran podido ser diferentes, ser mucho más responsables, tener buenas recuperaciones o no darle tan duro al cuerpo desde tan jóvenes.
Pero la intensidad y su obsesión por ganar, por ser la mejor y por entrenar, hay que tener un límite, y pensar en un futuro. Pero cuando se es joven uno no piensa en eso.
Pero no todo está mal, aunque la lucha siempre será dura físicamente, los avances en tecnología, entrenamiento y medicina podrían evitar algunas lesiones y ayudar en las recuperaciones.
Y si la parte física es importante, también lo es la salud mental, en principio, aprenden a vivir y aceptar el dolor todos los días. Aunque no lo parezca, para una atleta, cuando participa en medio de sus lesiones y aunque su cuerpo cruja al subir las escaleras, todo ha valido la pena.
Fuente: James Wagner