¿Qué edad tiene? ¿Fuma? ¿Es usted diabético? Voy a tomarle la tensión y encargar unos análisis de sangre para comprobar cómo tiene el colesterol. Todos los días, en cualquier consulta de atención primaria de nuestro país, se repite más o menos esta retahíla.
Se trata de un protocolo sencillo de evaluación del riesgo cardiovascular: a través del control de varios factores, el médico de cabecera puede calcular las posibilidades que tiene una persona de desarrollar un problema de corazón.
En Occidente, el método funciona, porque en menos de una semana el paciente puede obtener el resultado de sus pruebas. Pero, ¿qué ocurre en los países en vías de desarrollo, donde el acceso a un laboratorio puede convertirse en toda una hazaña?
Una investigación estadounidense sugiere que en estos casos lo más útil es emplear otro modelo de evaluación que permite calcular el riesgo cardiovascular sin necesidad de análisis de sangre.
Según sus datos, publicados en el último número de la revista The Lancet, este método, que sustituye la medición de los niveles de colesterol por el control del índice de masa corporal del individuo, “es tan útil como los modelos que se basan en las pruebas de laboratorio”.
Para demostrar la efectividad del método, los investigadores, dirigidos por Thomas A. Gaziano, experto en medicina cardiovascular del Hospital de Boston (EEUU), realizaron un seguimiento durante 21 años a una muestra de 6,186 estadounidenses que, al inicio del trabajo, no presentaban ningún problema cardiovascular.
En todos los participantes se comprobó la efectividad de dos modelos de predicción del riesgo. Por un lado se evaluó ‘el método de laboratorio‘, en el que se tuvo en cuenta la edad, la tensión arterial, el hábito de fumar, los niveles de colesterol (a través de un análisis de sangre), si el paciente era diabético y si recibía tratamiento para la hipertensión.
Por otro, se midió la eficacia del método alternativo, que analizó todos los factores de riesgo anteriores, excepto el colesterol, que fue sustituido por el control del índice de masa corporal de cada individuo.
Durante el seguimiento, un total de 1,529 individuos sufrieron algún problema de corazón, como ictus, infartos o insuficiencia cardiaca. De ellos, 578 fallecieron.
Un método efectivo
Tras cruzar los datos, los investigadores comprobaron que “ambos modelos predictivos habían discriminado el riesgo de forma adecuada“. “Los resultados obtenidos con los dos métodos fueron similares”, apuntan los autores en su trabajo.
“Nuestro estudio muestra que un método de evaluación del riesgo que usa información que puede obtenerse en una rápida consulta clínica puede predecir problemas cardiovasculares de un modo tan adecuado como lo hace un test con pruebas de laboratorio”, explica Gaziano a elmundo.es.
Según este experto, dado que el 80% de las muertes por enfermedades de corazón se producen en países en vías de desarrollo, donde el acceso a los análisis de laboratorio no es sencillo, es importante que este tipo de métodos se desarrollen e implementen.
“La ventaja de un método que no requiere pruebas de laboratorio es que puede llevarse a cabo en una única visita y se necesita muy poco instrumental. Es barato, sencillo y puede ser muy útil”, remarca.
Los investigadores reconocen que su trabajo tiene algunas limitaciones, como el hecho de que la muestra analizada se componga exclusivamente de ciudadanos estadounidenses. “El siguiente paso en la investigación es probar cómo funciona en dos países que estén en vías de desarrollo”, apunta Gaziano.
“Aunque esto requiere una validación y evaluación posterior, el uso de métodos simples y que no necesitan pruebas de laboratorio puede tener importantes efectos, como ya ha sugerido la Organización Mundial de la Salud, en la disponibilidad y la asequibilidad de programas de chequeo en países en desarrollo”, remarca el estudio.
En un comentario que acompaña a este trabajo en The Lancet, la experta de la OMS, Shanti Mendis, coincide en que, efectivamente, este método puede agilizar y reducir el coste de la evaluación del riesgo cardiovascular en determinadas zonas.
Sin embargo, también remarca que “aunque estas herramientas pueden mejorar la disponibilidad de programas [para las enfermedades cardiovasculares], éstas no deben comprometer la seguridad de los pacientes”.
“Para una atención equitativa en los problemas cardiovasculares y otras enfermedades no infecciosas importantes, es necesario el acceso universal a un conjunto de intervenciones, incluidas las pruebas de laboratorio. Y esto debe ser así incluso en lugares con recursos limitados”, concluye Mendis.
Fuente: elmundo.es