En la vida hay dos caminos: el nublado y el soleado. Si siempre te va mal, seguramente has elegido recorrer el primero; si, en cambio, algunas veces te va bien y otras no tanto pero eres capaz de sobreponerte y sabe enfrentar las adversidades, muy probablemente escogiste el segundo.
Según especialistas en psicología, uno elige ser pesimista u optimista, y cómo le vaya en la vida depende en gran medida de esta elección.
“Se ha visto que quienes experimentan más emociones positivas, como la alegría, el amor, la gratitud y la serenidad, son más longevas, tienen mejor funcionamiento inmunológico y tienden a enfermarse menos”, asegura Margarita Tarragona, coordinadora del Programa de Posgrado en Psicología Positiva de la Universidad Iberoamericana.
La investigadora Barbara Fredrickson, dice, ha encontrado que, cuando las personas expresan emociones positivas, están más abiertas a la información nueva y tienen mejor memoria y mayor fluidez verbal.
Un estudio realizado en 1995 por C. Carver y M. Scheier a un grupo de hombres a los que les iban a practicar una operación del corazón y se les midió el nivel de optimismo y pesimismo antes y después de la cirugía reveló que los optimistas tenían menos ansiedad antes de la intervención.
Por el contrario, aclara Maricarmen González Izquierdo, psicoterapeuta gestalt, quienes son negativos presentan un deterioro en su salud física, emocional, mental y espiritual.
“Los pensamientos son energía. Nosotros somos cuerpos energéticos. Los pensamientos negativos deterioran nuestro sistema de defensa”, alerta.
Fuente: Margarita Tarragona y Maricarmen González Izquierdo