La vergüenza, para algunos, puede ser mortal. Muchos hombres incapaces de vencer este sentimiento ocultan que sufren disfunción eréctil, sin imaginar que en algunos casos esta enfermedad es síntoma de padecimientos mucho más graves.
“Los pacientes no hablan del tema porque en esta sociedad los hombres que no son capaces de tener un desempeño sexual satisfactorio se consideran de segunda categoría“, explica César Velasco, psiquiatra y terapeuta sexual del Hospital Ángeles del Pedregal en la Ciudad de México.
El especialista asegura que sólo 15 por ciento de los pacientes con disfunción eréctil recibe un tratamiento adecuado.
José Antonio Medina, del Departamento de Urología del Hospital Ángeles Mocel, advierte que quienes la sufren deben estar conscientes de que las alteraciones en la erección pueden ser la primera manifestación de enfermedades cronicodegenerativas, como diabetes, hipertensión y padecimientos cardiovasculares.
El urólogo explica que estas enfermedades causan una alteración del endotelio, capa que recubre todo el sistema vascular y que tiene una gran capacidad de secretar óxido nítrico. La deficiencia de este ácido es lo que causa alteraciones en el mecanismo de la erección.
Medina indica que la erección se produce mediante un estímulo sexual, que puede ser visual, auditivo o táctil, que origina la producción de óxido nítrico en las terminaciones nerviosas, el cual se traslada al área genital, donde se crea una enzima llamada segundo mensajero, que tiene como función relajar el músculo peneano para que se amplíen los senos que se encuentran en los cuerpos cavernosos del pene y así poder producir un mayor flujo sanguíneo, que es el que produce la erección.
Este mecanismo está autorregulando por la enzima fosfodiesterasa tipo 5, que es la encargada de destruir o anular la acción del segundo mensajero.
Al no producirse suficiente óxido nítrico tampoco se origina el segundo mensajero y hay mayor posibilidad de actuación de la fosfodiesterasa tipo 5, enzima que altera o disminuye la erección.
El silencio médico
Poner más énfasis en el diagnostico de la disfunción eréctil puede llevar a los médicos a detectar a tiempo enfermedades que todavía no se han manifestado clínicamente en sus pacientes, como diabetes e hipertensión, pues este mal se ha convertido en un marcador importante de padecimientos subyacentes no diagnosticados. El problema es que al silencio de los pacientes se suma el de los médicos, quienes por la misma razón que los primeros deciden permanecer callados.
Un estudio realizado en 2003 por la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, a 4 mil médicos con diversas especialidades de este país, como psicología, psiquiatría, geriatría, cardiología, endocrinología, geriatría y medicina general, reveló que 67 por ciento no pregunta a sus pacientes sobre su vida sexual.
Los médicos prefieren no hablar de este tema porque se sienten incómodos, precisa Carmita Abdo, sexóloga brasileña. Especialistas coinciden en que en México la cifra puede ser aún mayor. El desarrollo de la vida sexual no forma parte del interrogatorio que hacen los médicos a los pacientes, excepto lo que se refiere a la parte reproductiva, porque la mayoría no recibió entrenamiento para tratar esta temática y se sienten inseguros y avergonzados, afirma Velasco.
“La mayoría de los profesionales nacimos en el siglo pasado y crecimos en una cultura donde hablar de sexo no era lo normal, aunque fueras médico. Eso se quedó en el disco duro y por eso también es tema tabú entre los médicos”, explica José Luis Salas, psiquiatra costarricense.
De origen orgánico
De acuerdo con Abdo, los médicos deben tener claro que están equivocados al creer que las dificultades sexuales no son su asunto.
“Antes se creía que todos los problemas sexuales tenían un origen psicológico, hoy se sabe que sus causas también pueden ser orgánicas, así que deben tratarlo.
“Cada vez más las facultades de medicina deben invertir en la formación de médicos que comprendan este asunto”, comenta.
De hecho, puntualiza Abdo, la mayoría de las personas con problemas sexuales, que no presentaron dificultades en la juventud, los padecen por causas orgánicas.
Velasco afirma que 70 por ciento de los pacientes mexicanos son atendidos por médicos generales, por lo que es fundamental que estos cuenten con las herramientas para tratar la disfunción eréctil.
Si al consultorio llega un paciente con problemas de erección es muy probable que sufra diabetes, hipertensión o males del corazón, pero como difícilmente hablará de esta condición, si el médico detecta que su paciente tiene las enfermedades antes mencionadas debe explorarlo en el terreno sexual, pues seguramente sufre disfunción eréctil, indica Velasco.
Alternativas
Actualmente los pacientes con disfunción eréctil tiene a su alcance diferentes medicamentos orales, como el citrato de sildenafil, tadalafil y vardenafil (Viagra, Cialis y Levitra, respectivamente, por sus marcas comerciales).
El primero en aparecer fue el citrato de sildenafil, antes de este medicamento la disfunción eréctil se trataba con implantes, inyecciones en el pene o supositorios uretrales, abordajes terapéuticos que eran tan agresivos y costosos que muchos varones preferían renunciar a la vida sexual en edades tan tempranas, a los 40 o 50 años, cuando presentaban los primeros problemas con la firmeza de su erección, según información de Pfizer, laboratorio que desarrolló el medicamento.
El citrato de sildenafil fue aprobado el 27 de marzo de 1998 por la Agencia de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) como el primer tratamiento oral para los pacientes con disfunción eréctil.
Según Pfizer desde que el medicamento recibió su aprobación, hace una década, ha sido utilizado por más de 35 millones de varones en 120 países. En promedio, se toman seis píldoras cada segundo. De acuerdo con la farmacéutica, es efectivo en varones con todos los grados de disfunción eréctil.
Medina asegura que el componente del fármaco es tan seguro que en otros países, como Brasil y Estados Unidos, está aprobado para el manejo de la hipertensión pulmonar en niños.
“Los estudios muestran que reduce la presión pulmonar. Con base en este hallazgo se aplica en pequeños que nacen con defectos congénitos cardiacos y que presentan este aumento de la presión pulmonar”, indica Medina.
Fuente: César Velasco y José Antonio Medina