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Calidad de vida en la vejez

Calidad de vida en la vejezLos adultos mayores de hoy pueden vivir más tiempo y con mejor calidad de vida, pero esto no sucede “por arte de magia”, es necesario trabajar porque así sea.

“Si ya sabemos que vamos a vivir más años, tenemos que hacer algo desde la edad madura”, sugiere Ignacio Orozco, presidente de la Asociación Mexicana de Gerontología y Geriatría.

Aunque en todas las etapas de la vida se debe ser cauto, hacerlo al inicio de la quinta década puede aumentar las posibilidades de pasar “a todo dar”, por lo menos otros 20 años; mismos en los que puede seguir desarrollando habilidades físicas, mentales y emocionales, pues nunca es tarde.

La familia del adulto mayor debe servirle de soporte para empujarlo a que se diseñe un nuevo proyecto, agrega Gustavo Loreto, gerontólogo de la residencia de día Villa Azul.

Si usted es el abuelo o la abuela de la familia, sugiere Graciela Zarebski, directora de la Licenciatura en Gerontología en la Universidad de Buenos Aires, Argentina, puede empezar por poner el ejemplo.

La vejez, para la experta argentina, puede ser “un camino hacia la sabiduría o hacia la anulación del sujeto“, cualquier camino que se elija en la familia, será un ejemplo para los hijos, nietos, bisnietos, hasta tataranietos.

El objetivo debe ser, coinciden los expertos, que esta etapa de la vida transcurra con dignidad.

Permítales decidir

Y si usted aún no ha llegado a la vejez, pero sus padres ya se encuentran en ella, no sea presa de los prejuicios sociales que aún existen, recomienda Zarebski, maestra en psicogerontología.

Algunos hijos suelen creer que sus padres ya no tienen la capacidad de decidir respecto a su propia vida y comienzan a tratarlos como niños.

“Eso provoca que los padres pierdan autonomía, y muchas veces, por no contradecir a sus hijos, se sometan y acaten esas decisiones; ahí se consuma esa especie de profecía, es decir, se termina cumpliendo lo que los hijos presuponen que va a suceder con los padres, que es que se vuelven incapaces de decidir”, asegura la autora de Padre de Mis Hijos, ¿Padre de Mis Padres? (Editorial Paidós).

Estas actitudes revelan que en esa familia se tiene una “perspectiva deficitaria del envejecimiento“, en la que se asume que envejecer significa bajar de la cúspide que la persona alcanzó en la mediana edad y que, necesariamente, se van perdiendo las facultades.

Lo ideal es concebir el envejecimiento como un oportunidad para desarrollar potencialidades adormecidas, por ejemplo: estudiar, aprender o practicar algo que siempre había querido, salir con amigos o hacer tareas de voluntariado en alguna asociación.

“Hay que tener presente que siempre es posible aprender y que la vejez puede ser un camino de crecimiento“, agrega Zarebski.

Para no caer en estos prejuicios, Loreto recomienda a la familia, especialmente a los hijos de los adultos mayores, informarse sobre las cuestiones básicas del envejecimiento, como qué significa envejecer y qué riesgos de salud implica.

No se puede diseñar un proyecto de vida para esta etapa, dice, sin evaluar cómo se encuentra el adulto mayor respecto a sus capacidades físicas y mentales.

“Se trata de crear un estilo de vida donde la persona haga lo más que pueda por sí misma, que tengan la máxima autonomía y eficiencia posibles, y que desarrollen al máximo sus habilidades”, indica el maestro en gerontología.

Fuente: Graciela Zarebski

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