El día no empieza en cuanto baja los pies de la cama; desde que abre los ojos puede tomar algunas medidas para gozar con plenitud las horas subsecuentes y para que su noche, después de un día espantoso, no concluya con un “me debí haber quedado en cama“.
Aquí algunas recomendaciones, póngalas en práctica, no perderá nada al intentarlo.
– Evite discutir con su pareja los primeros 30 minutos después de haber despertado. Si bien uno se siente despierto, el cerebro puede tardar en “carburar” y no estará en condiciones de entablar una discusión sensata.
– Mientras termine de despertar, considere lo privilegiado que es por tener lo que tiene y procure tener pensamientos como: “levantarme cada día indica que estoy vivo y activo” u “hoy es un buen día” y después piense en la cosa más agradable que tiene que hacer en algún momento, como comer con un amigo o ir al cine.
– Al levantarse, piense y frente al espejo repita en voz alta cuáles son sus puntos fuertes como persona.
– Si tiene algún problema laboral, familiar, económico o de otro tipo lo más importante es solucionarlo lo antes posible, por lo que al levantarse, en lugar de lamentarse, puede decirse: “hoy voy a hacer (…) para solucionar mi problema”. Si se trata de un grave problema, cada día puede hacer algo para resolverlo.
– Dedique tiempo a arreglarse tranquilamente porque si logra verse como deseaba se sentirá más seguro a donde quiera que vaya.
– Para que su cuerpo logre activarse totalmente necesita los nutrientes y las vitaminas que le proporciona un desayuno completo; si no lo hace, la falta de azúcares le impedirá enfrentar con energía cualquier contratiempo.
– Al salir de casa, despídase de las personas con quienes comparte casa y deseé para ellos una buena jornada.
– Tome un camino diferente para llegar a su trabajo o escuela, así, además de cambiar de escenario, ejercitará su mente pensando por dónde ir.
– Llegue a su lugar de trabajo con una actitud positiva, salude a sus compañeros y deseé un buen día.
Para empezar
Aplicar la inteligencia emocional a lo largo del día le puede ayudar a enfrentar y, en su caso disfrutar, cada situación. No pierda de vista:
· Las personas funcionan mejor con una sonrisa, incluso yo mismo.
· Detrás de una cara enojada hay una necesidad de escucha y de cariño.
· Se es más constructivo viendo el lado positivo y real de las personas y las circunstancias, que su lado negativo.
· Para recibir, debo pedir y no pretender que los demás adivinen mis deseos o necesidades.
· Agradecer es la forma más importante de dar valor a las personas.
· Cuando expreso cómo me siento, evito “explotar” o “ahogarme” con mis propias emociones.
· Expresar mis emociones me hace sentir acompañado y ver mis problemas en su real magnitud.
· Si me equivoco, asumiré mi error y aprenderé la lección sin culpar a otros o a las circunstancias de él.
Fuente: Georgina Montalvo