Si quiere aprender a consumir adecuadamente los productos que la industria alimentaria pone a su disposición, sacúdase la flojera y lea las etiquetas; en ellas podrá descubrir si le conviene o no llevarse a la boca las papas, el pan dulce, las galletas…
Debe cerciorarse de que la información que le proporcionen sea veraz, en español y no induzca al error, como lo establece la Norma Oficial Mexicana “Especificaciones Generales de Etiquetado para Alimentos y Bebidas no Alcohólicas Preenvasadas”, emitida en 1994.
Claudia Islas García, investigadora de la Dirección General de Educación y Organización de Consumidores de la Profeco, indica que la información que proporcionan algunas etiquetas es confusa.
Por ejemplo, hay botanas que resaltan “con queso y chile”, de manera que el consumidor entiende que se elaboró con estos ingredientes, pero al leer la etiqueta se dará cuenta de que son saborizantes.
De acuerdo con la también ingeniera en alimentos, la norma establece que la lista de ingredientes debe estar encabezada por el de mayor concentración, y así sucesivamente. De esta forma, el consumidor puede saber en qué posición están los ingredientes que lo llevaron a elegir comprar cierto producto.
Islas García señala que se debe leer de forma crítica y reflexiva, porque se utilizan estrategias para vender los productos, como ofrecer más, pero si se hacen las cuentas el extra es mínimo.
Cuando un comestible incluye la leyenda “13 por ciento más”, si el contenido neto es de 53 gramos, se está ofreciendo menos de 10 gramos extra, lo que equivale a una almendra.
Otra estrategia es imprimir en los empaques “Cero grasa“, y de forma más discreta agregar la palabra “adicionada”. Esto significa que no se le adicionó grasa, pero sí contiene, pues todos los alimentos tienen, aunque sea una mínima porción.
A pesar de que la norma establece que la información tiene que reproducirse en español, aun en los productos importados, en algunos esto no se respeta.
“Si los consumidores no leen las etiquetas nacionales, es menos probable que revisen las escritas en un idioma diferente al español“, indica la especialista.
La letra tiene que ser clara, pero a veces es tan pequeña que es ilegible. Esto también viola la norma.
Aprenda a leer
Además del nombre comercial, la etiqueta debe contener el genérico. Por ejemplo, el nombre comercial es “La Marca”, y el genérico, “papás fritas con queso”.
Es importante fijarse en ello, porque no es lo mismo el jugo, que el néctar o la bebida de fruta.
Otros datos importantes son el contenido neto y la masa drenada; el primero se refiere al contenido total, sólido y líquido, y el segundo, sólo a lo primero.
Al comprar un producto sólido, como duraznos en almíbar, debe fijarse en que no le ofrezcan más almíbar que duraznos.
Otra información que es necesario atender son las indicaciones para conservar el producto, como “Manténgase en lugar fresco y seco”. La fecha de caducidad es una dato relevante que tiene que verificarse; ningún producto puede omitirla.
También es necesario revisar el nombre y domicilio fiscal del fabricante, por si se requiere hacer una reclamación.
Para ello igualmente es fundamental identificar en el código de barras el lote del producto, pues en caso de reclamación el proveedor sabe, con éste, qué día se elaboró.
En el caso de los productos elaborados en otro país se tiene que informar quién los importa, pues en caso de reclamación el consumidor debe dirigirse al importador.
Ponga atención
El individuo debe consumir en promedio 2 mil calorías al día, así que es importante que revise cuántas calorías contienen los productos, y este dato es el que proporciona la tabla de información nutrimental. El siguiente ejemplo es de un producto ficticio, pero los valores son reales.
· Nombre comercial.
“La Marca”
· Nombre genérico.
Papas con chile y queso. Se refiere a los ingredientes del producto; puede ser información engañosa porque si revisa la etiqueta se dará cuenta de que sólo contiene condimentos.
· Cero grasa.
Aunque esté impresa esta leyenda, no se confíe, pues todos los productos contienen algo de grasas.
Código de barras.
Contiene información para identificar electrónicamente el producto.
· Contenido neto.
Se refiere al contenido sólido.
· Masa drenada.
Se refiere al contenido líquido (caldo o almíbar).
· Kilocaloría.
La energía que los humanos necesitan y transforman se mide en kilocalorías. 1 kcal = mil cal. Kilojoules (kJ). Unidad de energía. 4.2 kJ = 1 kcal.
· Grasas saturadas.
Son difíciles de metabolizar. Se sugiere que no excedan más de una tercera parte de las grasas consumidas.
· Grasas monoinsaturadas.
Incrementan el colesterol bueno. Contenidas en aceite de oliva, soya, cacahuate, almendra, nuez y aguacate.
· Grasas poliinsaturadas.
Son menos dañinas que las saturadas. Abundan en aceites de maíz, girasol, cártamo y canola y en la mayoría de los pescados (omegas).
· Carbohidratos o azúcares.
Nutrimentos del grupo de cereales y tubérculos, como arroz, avena, maíz y papa, yuca y camote.
· Proteínas.
Son macromoléculas formadas por aminoácidos.
Recomendaciones
La Profeco aconseja seleccionar productos:
· Con mayor aporte de proteínas que de grasas y carbohidratos.
· Con grasas de preferencia insaturadas, en lugar de saturadas.
· Con mínimas cantidades de sodio y de otras sales.
· Que tengan un mínimo aporte calórico.
· Con listas pequeñas de ingredientes, pues cuando son muy numerosos es porque tienen mayor cantidad de aditivos, como colorantes y saborizantes.
Fuente: Claudia Islas García