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Los padres pueden reforzar las obsesiones de sus hijos

Los padres pueden reforzar las obsesiones de sus hijosEllos y ellas quieren vestirse siempre de un mismo color, no entrar nunca al baño sin que esté perfectamente limpio, contar siempre hasta un determinado número y ordenar constantemente sus cosas.

Y sus padres, sin darse cuenta, refuerzan en muchas ocasiones estos rituales frecuentes en los niños afectados de trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una de las patologías mentales más frecuentes en la infancia, con un 2%-3% de la población pediátrica afectada.

Por este motivo, y para que la terapia contra esta enfermedad mental funcione, Daniel Geller, director del Programa de TOC en el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos), ha recordado que “la participación familiar en las obsesiones y compulsiones de sus hijos debe ser abordada terapéuticamente, porque si no es muy difícil tener éxito en el tratamiento. Por poner un ejemplo, he conocido padres que limpian el baño cada vez que su hijo quiere entrar en él porque el niño se lo pide. Este hecho refuerza la permanencia del ritual en el menor”.

Sus declaraciones se han producido durante el IV Congreso Internacional Multidisciplinar sobre el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH) y Trastornos de la Conducta [convocado por CONFIAS, Fundación para una Infancia y Adolescencia Saludables] que se celebró el pasado fin de semana en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

El TOC es un trastorno de la ansiedad en el que los niños o los adolescentes presentan por lo general, y como su propio nombre indica, obsesiones y también compulsiones, aunque a veces sólo se sufren las primeras o sólo las segundas.

Uno de los aspectos que más preocupa a los médicos es que de un 70% a un 80% de los afectados padece, además, otros trastornos psíquicos asociados. Los más frecuentes son: problemas del desarrollo, como los tics, ansiedad, depresión, anorexia y TDAH.

El padecimiento de estas patologías, el que el padre o la madre sean, también, obsesivo compulsivos, y retrasar el inicio de la terapia son factores que disminuyen las probabilidades de recuperación de los pacientes.
El doctor Geller reconoce que “hace 20 años eran una epidemia oculta en la que la mayoría de los afectados no recibía tratamiento. Hoy, afortunadamente, se han producido grandes avances tanto en el conocimiento de los factores genéticos de la enfermedad como en sus aspectos clínicos”.

Terapia combinada


Se lamenta, sin embargo de que, al menos en EEUU, sólo “un tercio de los psiquiatras infantiles conoce la técnica de la terapia cognitiva del comportamiento, un tratamiento imprescindible en la atención al TOC, ya que las últimas investigaciones constatan que la combinación de esta terapia con un fármaco, un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina (un antidepresivo) eleva las posibilidades de que el afectado continúe sin síntomas una vez que se suspende la medicación”.

Para los padres temerosos de los posibles efectos secundarios de los antidepresivos, debido fundamentalmente a los datos de algunos trabajos que han relacionado su consumo en niños deprimidos con un aumento del riesgo de ideación suicida o suicidio en sí, Daniel Geller recuerda que se ha constatado un riesgo muy reducido en los afectados de TOC. No obstante, y para curarse en salud, este experto recomienda “una estrecha monitorización del paciente durante los primeros meses de tratamiento“.

El experto de Massachusetts no quiso terminar su conferencia sin hacer referencia a la Enfermedad Neuropsquiátrica Autoinmune Asociada al Estreptococo (conocida como PANDAS, sus siglos en inglés).

“Mientras que la edad de inicio del TOC se sitúa entre los siete y los diez años para los niños y los 20 en los adultos, el PANDAS es de inicio precoz (antes de los siete años) y de forma brusca y hace referencia a aquéllos menores que desarrollan síntomas obsesivos tras la infección por la mencionada bacteria. En EEUU ya hay médicos que están realizando profilaxis con antibióticos, pero este tipo de medida no ha sido certificada por ningún ensayo clínico”.

Fuente: elmundo.es

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