Perder los kilos de más ganados durante la gestación y recuperar la forma es una tarea difícil para muchas mujeres. Una revisión de la Cochrane aporta las claves para alcanzar el éxito. Lo mejor, combinar una alimentación baja en calorías con actividad física.
En el embarazo es normal engordar. Tras dar a luz suele producirse una pérdida de peso gradual en los primeros seis o 12 meses hasta alcanzar la forma física previa. Pero no siempre es sencillo. Según los expertos hay dos factores determinantes: los kilos ganados en la gestación y la facilidad para ganar peso en el periodo posparto.
La alimentación y los cambios corporales del embarazo hacen que las mujeres engorden. Pero este fenómeno no se debe producir de forma descontrolada y cada gestante, en función de sus características físicas, puede permitirse aumentar un número determinado de kilos. Cuanto más peso se gane, más difícil será perderlo después, es el “factor de predicción más fuerte”, según los autores de esta revisión.
La incapacidad de recuperar la forma tras el parto puede ser muy dañina ya que es un importante factor desencadenante de obesidad a largo plazo, una condición relacionada con múltiples patologías metabólicas (resistencia a la insulina y diabetes) y cardiovasculares. Además, predispone a la retención de los kilos de más en gestaciones subsiguientes.
En el trabajo publicado ahora por la Cochrane se han analizado los datos de seis estudios con un total de 245 participantes. Los autores han comparado la eficacia de la dieta, el ejercicio o la combinación de ambos para adelgazar tras el embarazo y su efecto sobre la lactancia.
Mejor perder grasa
Las mujeres que redujeron la ingesta de calorías en el periodo posparto perdieron más peso que aquellas que no siguieron ninguna estrategia en especial mientras que la actividad física por sí sola no demostró ningún beneficio. La práctica de ambos también logró el objetivo.
No obstante, “sería preferible perder peso a través de la combinación de dieta y ejercicio a hacerlo sólo con un régimen ya que la primera mejora además la salud cardiovascular y preserva los tejidos magros”, concluyen los autores.
En su análisis, detectaron que ponerse a dieta apenas redujo la grasa corporal y que la pérdida de peso era secundaria a la disminución de otros tejidos como el muscular. La grasa adquirida durante la gestación tiende a acumularse en la zona abdominal y si se acantona allí puede suponer un importante riesgo cardiovascular, tal y como indican numerosas investigaciones, por lo que conviene hacerla desaparecer.
Por otro lado, ninguno de los trabajos centrados en el efecto del ejercicio detectó beneficio significativo alguno. Este hecho podría explicarse, según la revisión, por un aumento de las calorías ingeridas por las mujeres para compensar el desgaste físico o por la reducción de la actividad diaria.
A pesar de que los datos sobre la lactancia eran limitados, “ninguna de las estrategias analizadas afectó de forma adversa al volumen de leche producido y a la concentración plasmática de prolactina [hormona que estimula su segregación]”, según las conclusiones.
Fuente: elmundo.es