Además de provocar sed y sudor, las altas temperaturas también pueden desencadenar un dolor de cabeza. Así lo asegura un reciente estudio cuyas conclusiones aparecen en el último número de la revista Neurology, una de las publicaciones de la Academia Americana de Neurología.
Este trabajo también ha puesto de manifiesto una influencia de las bajas presiones sobre el riesgo de jaquecas, si bien éste era mucho más bajo que el detectado con el calor. Para sorpresa de los investigadores, que iniciaron la investigación a partir de esa hipótesis, no se encontró ninguna relación entre la contaminación del aire y el dolor de cabeza.
Estos científicos, miembros de la Universidad de Harvard y el Beth Israel Deaconess Medical Center de Boston (EEUU), analizaron el caso de 7.054 personas que habían acudido al servicio de emergencias del citado centro médico entre 2000 y 2007 a causa de un fuerte dolor de cabeza. Además de pruebas físicas a los pacientes, también realizaron una medición de las temperaturas, la presión atmosférica, la humedad y la contaminación del ambiente de ese periodo.
Durante el análisis, fueron atendidas en el hospital 2.250 personas con migraña y otros 4.803 individuos con dolores de cabeza tensionales o debidos a otras causas.
Al evaluar los datos disponibles, los investigadores comprobaron que un aumento de las temperaturas en las 24 horas precedentes al ingreso en el hospital se relacionaban con un aumento en el riesgo de dolor de cabeza. De hecho, notaron que por cada aumento de 5° C en la temperatura ambiental, el riesgo de padecer este dolor de forma aguda se incrementaba en un 7,5%.
La existencia de una presión atmosférica baja en los días previos a la visita al hospital también se asoció con un riesgo más alto de dolores de cabeza no migrañosos, aunque esta asociación era menos significativa que la anterior.
“No encontramos, en cambio, ninguna asociación clara entre la contaminación ambiental y dicho riesgo”, comentan los investigadores.
En sus conclusiones, los investigadores remarcan que su trabajo tiene importantes limitaciones, como el hecho de que la medición de la exposición a las variables climatológicas no se haya hecho de forma personalizada o que no se dispongan datos de la hora exacta del inicio de los síntomas en cada paciente. Por todo ello, reclaman nuevos estudios al respecto.
“Hay un gran interés en explorar si existe alguna relación entre la contaminación del aire y los dolores de cabeza. Aunque nuestro estudio no ha encontrado ninguna asociación, otros trabajos sí han mostrado que la contaminación del aire tiene posibles asociaciones con otros problemas de salud, como la enfermedad coronaria y el infarto cerebral”, remarcan los autores del trabajo.
Fuente: elmundo.es