Ejercicio Fí­sico

El ejercicio puede tener efectos positivos en tu cerebro

Una sola sesión de ejercicio moderado podría cambiar de inmediato cómo funciona nuestro cerebro y qué tan bien reconocemos nombres comunes e información similar.

Una sola sesión de ejercicio moderado podría cambiar de inmediato cómo funciona nuestro cerebro y qué tan bien reconocemos nombres comunes e información similar, de acuerdo con un nuevo estudio prometedor sobre ejercicio, memoria y envejecimiento.

El estudio suma a la creciente evidencia de que el ejercicio puede tener efectos rápidos sobre la función cerebral y también que estos efectos se podrían acumular y llevar a mejoras a largo plazo en cómo opera el cerebro y cómo recordamos.

Hasta hace poco, los científicos creían que para la edad adulta el cerebro humano estaba relativamente fijo en su estructura y función, particularmente comparado con tejidos maleables, como los músculos, que continuamente crecen y se encogen en respuesta directa a cómo llevamos nuestras vidas.

Sin embargo, múltiples experimentos nuevos han arrojado que, de hecho, el cerebro humano puede ser bastante maleable, al reprogramarse y remoldearse por sí solo en diversas formas, dependiendo de nuestro estilo de vida.

Por ejemplo, se sabe que el ejercicio tiene un efecto en nuestro cerebro. En experimentos con animales, el ejercicio aumenta la producción de neuroquímicos y el número de neuronas recién creadas en cerebros maduros y mejora la capacidad mental de los animales.

De manera similar, estudios muestran que, con el tiempo, el ejercicio regular incrementa en las personas el volumen del hipocampo, una parte clave de las redes de memoria del cerebro. También mejora muchos aspectos del razonamiento.

No obstante, aún quedan interrogantes sustanciales sobre el ejercicio y el cerebro, incluyendo la evolución de cualquier cambio con el tiempo y si es a corto plazo o, con un entrenamiento continuo, se vuelve perdurable.

Ahora, para el nuevo estudio, publicado en la revista The Journal of the International Neuropsychological Society, los científicos específicamente querían ver cómo una sola sesión de ejercicio podría cambiar la manera en que el cerebro procesaba los recuerdos semánticos.

Por lo tanto, reclutaron a 26 hombres y mujeres sanos de entre 55 y 85 años, quienes no sufrían problemas serios de memoria y les pidieron que visitaran dos veces el laboratorio de ejercicio.

Allí, descansaron tranquilamente o montaron una bicicleta estacionaria durante 30 minutos, un ejercicio que los científicos esperaban que estimulara a los participantes, no que los agotara.

Después, los voluntarios se acostaron dentro de una máquina de resonancia magnética y vieron nombres aparecer en un monitor de computadora frente a ellos. Algunos nombres eran famosos, mientras que otros fueron tomados de un directorio telefónico local.

Los nombres famosos son un elemento importante de la memoria semántica, y a los voluntarios se les pidió presionar una tecla en la pantalla cuando reconocían nombres de celebridades, y una tecla diferente cuando el nombre era desconocido.

Mientras tanto, los investigadores monitorearon su actividad cerebral en general, así como en las partes del cerebro involucradas en el procesamiento de la memoria semántica.

Los científicos habían anticipado que las áreas necesarias para el trabajo de memoria semántica fueran menos activas tras el ejercicio, igual que lo fueron tras semanas de ejercitarse.

Sin embargo, eso no fue lo que sucedió. En vez de ello, esas partes del cerebro más involucradas en la memoria semántica registraron mucha mayor actividad luego de que la gente se había ejercitado, comparado con cuando había descansado.

Hay una analogía con lo que sucede con los músculos. Cuando la gente empieza a hacer ejercicio, explicó, sus músculos hacen un esfuerzo y gastan más energía. Pero a medida que adquieren mejor condición, esos mismos músculos responden de manera más eficiente, usando menos energía para realizar el mismo trabajo.

Los científicos sospechan que, en la misma forma, el incremento en la actividad cerebral tras la primera sesión de bicicleta estacionaria es el preludio a un remodelado de tejidos que, con ejercicio continuo, mejora la función de esas áreas.

Fuente: J. Carson Smith

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