Tener un índice de masa corporal superior a 30 es malo para el corazón, las arterias, las articulaciones, incluso para la economía de un país, y también, como acaba de constatar un gran estudio, para la salud de la descendencia.
Según esta revisión, los hijos de madres obesas tienen más posibilidades de sufrir defectos del tubo neural, cardiopatías congénitas, defectos orofaciales y otras malformaciones.
En la actualidad, 1.600 millones de personas padecen sobrepeso y 400 millones más son obesos y las cifras no dejan de crecer. Uno de los principales problemas es el exceso de peso de las madres, que está vinculado con un aumento de los problemas del embarazo y del parto, como la diabetes gestacional, la preeclampsia o la macrosomía del feto (exceso de tamaño).
Numerosas investigaciones han apuntado además la posibilidad de que la obesidad de la madre interfiera en el correcto desarrollo del feto y se produzcan malformaciones.
Investigadores de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, han revisado la literatura médica en busca de trabajos que se hubieran centrado en este punto concreto. Finalmente, seleccionaron 39 estudios sobre los que empezaron a trabajar, 18 de los cuales sirvieron para hacer un meta-análisis (con poder estadístico superior).
Los resultados, publicados en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) no dejan lugar a dudas. Afrontar un embarazo con un índice de masa corporal superior a 30, lo que se considera obesidad, supone un 87% más de riesgo de que el niño padezca un defecto del tubo neural, la porción embrionaria a partir de la cual se desarrolla el sistema nervioso central.
Mientras que el riesgo de anancefalia, uno de estos defectos, era un 39% al de las mujeres de peso normal, el de espina bífida era superior al doble para las obesas.
El corazón era otro de los órganos que más sufrían por culpa del exceso de peso. La probabilidad de aparición de cardiopatías congénitas era un 30% mayor en los descendientes de madres con obesidad. Las patologías más frecuentes de esta familia eran los defectos del septo (el tabique que separa las cavidades izquierdas y derechas del corazón). Las mujeres con sobrepeso (IMC entre 25 y 30) no presentaban estas complicaciones.
Las malformaciones orofaciales (labio leporino, paladar hendido), la atresia anorrectal (cuando ano y recto no están conectados), la hidrocefalia o acumulación excesiva de líquido en el cerebro y las anomalías en las extremidades también eran más frecuentes en los hijos de madres obesas. La única buena noticia para estas mujeres es la protección frente los defectos de la pared abdominal.
Katherine J. Stothard y sus colegas de la citada universidad británica apuntan a la diabetes y las deficiencias nutricionales como las causas más probables de estos problemas. En el primero de los casos, la hiperglucemia que acompaña a la diabetes mal controlada o no diagnosticada podría explicar algunos de estos defectos.
Además, el déficit de folato es muy común entre las mujeres con obesidad, un claro culpable del aumento de casos de defectos del tubo neural. “Las deficiencias en otros nutrientes podrían subyacer a otras anomalías congénitas“, apuntan los autores.
Fuente: elmundo.es