“La dieta rica en grasas y azúcares puede causar obesidad incluso sin comer de más”, señala el Dr. Wayne C. Millar, director de la Clínica para Pérdida de Peso de la Universidad de Indiana.
Cuando uno convierte en hábito el consumir más del 30 por ciento de las calorías diarias totales en grasa (concentrada en los alimentos fritos, aderezos ricos en grasas o salsas cremosas, mantequilla o margarina, nieve hecha con leche entera, leche entera, grandes porciones de queso o huevos, bisteces grasosos o carne de puerco, etc.) tenderás a ganar grasa corporal en exceso y tendrás problemas para eliminarla.
Complicando el efecto de quemar lentamente las calorías por comer alimentos ricos en grasa esta el hecho de que éstas tenderán a hacer que su cuerpo se sienta impulsado a comer más alimentos ricos en grasas durante las horas que siguen, y la grasa corporal que ganes ¡puede depositarse preferentemente en el área alrededor de su estómago y cintura!
Además, los alimentos ricos en grasas no apagan el mensaje de “comer” tan eficazmente como los alimentos que son ricos en carbohidratos complejos, quizás porque la grasa que uno ingiere no puede convertirse en glucógeno (carbohidratos almacenados), y el glucógeno -especialmente el que se almacena en el hígado- parece ayudar a “apagar” la sensación de hambre.
Por lo tanto, uno de los primeros beneficios de una dieta baja en grasas puede ser la pérdida de grasa abdominal. Ejemplo: En un estudio de 124 mujeres que perdieron entre 5 y 7 kilos al eliminar la grasa de sus dietas, el 64 por ciento perdió la mayor parte de grasa de su abdomen.
En contraste a la grasa que uno consume en su dieta, los carbohidratos complejos, ricos en fibras -incluyendo granos enteros, frijoles, papas, tortillas y pastas- han demostrado ayudar a reducir la grasa corporal.
Y, si se consumen en cantidades pequeñas a modestas, incluso los carbohidratos refinados -variedades de galletas de bajo contenido de grasa y alto de azúcar, helados de frutas; pasteles, pudines o pays de frutas; y bebidas tales como jugos o refrescos con alto contenido de endulzantes tales como azúcar u jarabe- parecen, por si mismos, no ser tan “engordantes” para la mayoría de la gente.
Sin embargo, -y esto es lo que pocos de nosotros nos hemos dado cuenta- los alimentos que más potentemente promueven el engordar parecen ser aquellos altos en contenido de tanto grasa como azúcar.
Una razón parece ser que el azúcar refinada puede incrementar sustancialmente la actividad de la enzima llamada lipoproteína lipasa (LPL) cuyo trabajo es descomponer las moléculas de grasa en componentes (ácidos grasos) los suficientemente pequeños para pasar a través de las paredes de las células grasas de su cuerpo.
El azúcar, al hacer que la insulina entre al torrente sanguíneo, hace a las células grasas hipersensibles al almacenamiento y promueve que las calorías se almacenen como grasa en vez de que se quemen para obtener energía.
Esto es un problema especialmente cuando usted acaba de consumir un alimento o bocadillo rico en grasa y azúcares, porque el azúcar hace que las células que almacenan grasa en su cuerpo se “abran” -¡y la LPL hace que las moléculas de grasa entren directo allí!
Afortunadamente, el comer una dieta saludable baja en grasas que sea rica en carbohidratos complejos ayuda a prevenir el problema.
También tiene sentido moderar el consumo de endulzantes y de alimentos altamente endulzados (especialmente cuando se comen con alimentos ricos en grasas (y, en lugar de ello, incluya más de sus bocadillos favoritos y alimentos que incluyan granos enteros, frijoles, vegetales y frutas frescas.
Fuente: Robert K. Cooper