‘Quiero entrar en esos vaqueros de la talla 34, así que me pongo a régimen. No desayuno; como un plato de lechuga, y para cenar, sólo una manzana. Pero no puedo con la ansiedad y a las dos horas me doy un atracón de dulces’… La obsesión por un ideal de extrema delgadez puede conducir al desarrollo de trastornos en la alimentación, especialmente aquellos que alternan periodos de dieta extrema con comilonas compulsivas, según advierte un trabajo británico.
“La promoción de un ideal de extrema delgadez, en conjunción con un fácil y rápido acceso a comida apetecible, produce un ambiente proclive a los atracones”, explican los autores de este trabajo, que se publica en forma de editorial en el último número de la revista The British Journal of Psychiatry.
“Esto podría explicar el crecimiento exponencial de los trastornos alimenticios que se ha producido entre las mujeres nacidas en la última mitad del siglo XX”, añaden.
Problemas de adicción
Según estos expertos, además de problemas reproductivos, neuronales y de osteoporosis, una nutrición pobre y que combina una alimentación escasa con atracones periódicos puede conducir a una mayor susceptibilidad para desarrollar problemas de adicción.
Para explicar su hipótesis, citan varios estudios en animales, que demuestran que tras haber alternado periodos de hambruna con superabundancia de comida, los individuos analizados tendían a comer más de lo adecuado durante los meses posteriores y “eran más propensos a mostrar comportamientos adictivos a sustancias como el alcohol y la cocaína”.
“Si lo traducimos a los humanos, podríamos predecir que una restricción alimentaria, intercalada con consumo de snacks u otras comidas sabrosas, podría conducir a cambios permanentes en el sistema de recompensa”, explican.
La cultura de la extrema delgadez
Los autores de este ensayo, varios expertos en psiquiatría y trastornos de la alimentación, hacen especial hincapié en un aspecto que pocos trabajos habían analizado: el efecto de un excesivo culto al cuerpo entre quienes promueven el ideal de belleza, las protagonistas de las pasarelas.
“La cultura de la extrema delgadez en la industria de la moda no sólo está dañando al público en general, sino también a las modelos”, remarcan.
“Internalizar este tipo de patrones alimentarios como adecuados para mantener un determinado cuerpo podría conducir a graves consecuencias para la salud que serían palpables más allá de los pocos años que suele durar una carrera de modelo”, señalan los autores de este trabajo.
En su editorial reclaman una mayor atención pública para cambiar los patrones de belleza y atender los trastornos alimenticios, especialmente entre los más jóvenes. “Aunque podría llevar tiempo cambiar un ideal de este tipo, no debemos cejar en el empeño sino recordar lo que se ha conseguido, por ejemplo, con el tabaquismo”, comentan.
Fuente: elmundo.es