Varias organizaciones promueven la alimentación de niños y niñas con una dieta a base de plantas y destacan entre sus beneficios un riesgo reducido de enfermedades cardíacas, cáncer, obesidad y diabetes.
Aseguran que es un mito que estos niños no obtengan suficientes nutrientes para asegurar su crecimiento y recomiendan acercarse con especialistas para asesorarse en nutrición.
Después de todo, se trata de una dieta que ha sido cuestionada al considerar que deja fuera nutrientes indispensables como la vitamina B12 que solo pueden encontrarse en una fuente animal.
La comunidad científica y médica indica que casi cualquier nutriente se puede encontrar en las frutas, vegetales y semillas, por lo que dicen que un plato de frijoles o lentejas contiene más proteína que un pedazo de carne.
Otros consideran importante abrir la discusión sobre el veganismo en la niñez y adolescencia. Pero nunca podrían recomendar de forma general una dieta vegana.
Se resalta que no es el tipo de dieta lo que se debe privilegiar sino el estado de salud de una persona.
En el caso de las niñas, niños y adolescentes, es el adulto, en este caso los padres, quienes adquieren la responsabilidad sobre su alimentación. Y por encima de todo, insiste, está el interés superior de la niñez.
Si bien es posible tener una dieta vegana, se requiere de una supervisión estricta.
Debe estar suplementada, sujeta a vigilancia de los indicadores bioquímicos y antropométricos básicos que son peso y estatura y que, sin duda, no se esté privando al organismo de ninguna función.
No se podría imaginar una dieta absolutamente vegana en la niñez si no estuviera suplementada, si no le estuvieran haciendo análisis por ejemplo de vitamina B12; sobre todo los que ya sabemos que tienen un riesgo, que ya es un problema de salud pública.
Como se debe tomar en cuenta que los procesos fisiológicos de los niños y las niñas son distintos a los de los adultos, requieren más gramos de proteína por kilo de peso y una vigilancia más aguda sobre la aportación de vitaminas, minerales o nutrientes inorgánicos.
Los nutrientes que más ruido nos harían en el crecimiento es la vitamina B12, solo se halla en productos de origen animal, la vitamina D, calcio, hierro, zinc y proteínas.
Hierro y zinc, en conjunto, debo tener cuidado en que los niños y las niñas los tengan todos los días. Juntos tienen función, por ejemplo, de neurotransmisión que están involucrados en funciones de pensamiento. Hay miles de estudios que señalan que una deficiencia de hierro en la niñez puede afectar más de 20 funciones.
Fuente: Julieta Ponce