Si estaban sorteando con dificultad la adolescencia de sus hijos y, además, uno de ellos les acaba de dar la noticia de que van a ser abuelos, pueden sentir que ahora sí están en un laberinto sin salida.
Sin embargo, el enojo, la frustración y la tristeza que posiblemente les generó la confesión repentina se pueden transformar en apoyo para los jóvenes inexpertos.
No es sencillo, pero tomar las cosas con calma y planear juntos qué van a hacer es el inicio de un buen desenlace, considera Guillermina Mejía, directora de la Clínica del Adolescente.
El asunto, agrega, es plantearles las tres opciones reales que existen y apoyarlos para que lleven a cabo la que hayan elegido: quedarse con el bebé, tenerlo y darlo en adopción o, si aún están a tiempo, interrumpir el embarazo.
“La decisión debe ser del adolescente”, recomienda la especialista en jóvenes.
Respuestas en vez de regaños
“Sin el apoyo de los padres, algunas adolescentes son más propensas a tomar decisiones equivocadas con consecuencias aún peores, como escaparse del hogar”, advierte Barbara P. Homeier, autora de un artículo publicado en KidsHealth, página de la Fundación Nemours, de Estados Unidos.
Más que en regaños y reproches, en lo que hay que concentrarse, agrega Homeier, es en dar respuesta a cuestiones como “Si la joven ha decidido quedarse con el bebé, ¿lo criará ella misma?, ¿continuará yendo a la escuela?, ¿el padre participará activamente en la vida del bebé?, ¿sobre quién recaerá la responsabilidad económica del bebé?”.
Generalmente, las respuestas a estas preguntas dependen del apoyo que recibe el o la adolescente.
“Como padre, es necesario que piense en su propio nivel de compromiso y participación, y que lo converse con su hija o hijo”, señala.
La reacción
Mejía aclara que los sentimientos de los padres varían según la edad por la que atraviesen sus hijos al presentarse el embarazo.
Si la hija tiene entre 10 y 14 años, “la sensación es que no se dio cuenta, que la engañaron o no sabía lo que hacía; tratan de justificar y tienen una necesidad de protección, sobre todo si la pareja está en la misma edad, porque se dan cuenta de que no será capaz de mantener a la futura familia”, indica.
Los padres de muchachos de entre 15 y 17 años pueden sentir un “enorme enojo o un profundo rechazo al grado de ejercer violencia física y correrlos de la casa; aunque, a veces, a los hombres se les solapa y dice ‘deja que ella lo resuelva’. De hecho, es la edad en la que ellos más huyen de su responsabilidad”, señala Mejía.
El enojo de los padres es porque dan por hecho que sus hijos ya sabían cómo evitar el embarazo y las dificultades económicas que implica el tener un bebé, además de que consideran truncado para siempre el proyecto de vida de sus vástagos.
Si se trata de jóvenes de 18 años en adelante, sus papás se preocupan un poco menos porque los futuros padres pueden ponerse a trabajar, además de que, si deciden seguir juntos, reciben la propuesta de vivir en casa de la familia de ella o la de él.
Malas decisiones
Aunque los papás siempre quieran actuar de buena fe, forzar o impedir la unión de los jóvenes de cualquier edad no es recomendable, coinciden las expertas.
Tampoco lo es que los abuelos se hagan cargo del bebé como si fuera su hijo y no su nieto.
De hacerlo así, los riesgos de disfunción familiar son altos: los adolescentes no se hacen responsables de las consecuencias de sus actos, o cuando crecen y quieren hacerse cargo de su hijo o hija ya es demasiado tarde.
“El niño o la niña está más hecho a las reglas de los abuelos, por lo que no identifican quién es la autoridad: si sus verdaderos padres, que han actuado como ‘hermanos’, o los abuelos, que son como sus ‘padres’. Se vuelven chicos sin límites claros, e incluso pueden vivir con trastorno de ansiedad o depresión por la situación”, advierte Mejía.
Lo mismo puede suceder si se acoge a la hija embarazada ignorando la existencia del padre, al grado de registrar al nieto como hijo.
“Lo más importante es que los hijos sean responsables de sus actos. Sí hay que ayudarlos, pero con reglas y límites claros. Que no suceda que la emoción de tener un nuevo bebé desvanezca su responsabilidad”, indica Mejía.
Los riesgos
Los hijos de las madres adolescentes tienen mayores posibilidades de:
• Ser prematuros
• Nacer con bajo peso
• Tener un desempeño escolar pobre
• Vivir una crianza inadecuada
• Sufrir abuso y padecer negligencia
Fuente: thenationalcampaign.org