Si repentinamente hace una pausa y se pregunta ¿qué ha hecho de su vida?, al margen de que la respuesta le guste o no, usted ha entrado en la famosa crisis de los 40.
La segunda adolescencia, como la llama la psicoterapeuta Deborah Legorreta, existe, no es un mito.
Según la experta, la adolescencia significa crecimiento. “Siempre estamos creciendo, pero tanto en la primera como en la segunda adolescencia esto se hace más evidente”.
La autora de La Segunda Adolescencia (Random House Mondadori) indica que la primera abarca de los 11 a los 17, y la segunda, de los 40 a los 52 años.
En estos periodos, explica, las personas sufren cambios bruscos a nivel fisiológico y psicológico. Tanto mujeres como varones experimentan alteraciones hormonales que tienen impacto en el estado emocional.
Los cambios también se dan por el entorno social, porque culturalmente se crean expectativas de lo que tienen que haber logrado una vez que llegan a esa edad.
Al entrar a la segunda adolescencia, las personas atraviesan por una crisis que les ayudará a definir el rumbo que seguirán en la segunda mitad de su vida.
La psicoterapeuta indica que, durante este proceso, el principal síntoma es la sensación de insatisfacción con el estilo de vida que se lleva.
Las personas realizan un análisis de su vida y desean incorporar en ella lo que no han hecho.
“En esta etapa se valora lo que se tiene y lo que hace falta”.
Decisiones acertadas
Legorreta explica que esta crisis ayuda a las personas a definir qué han hecho y qué les gustaría hacer.
Es importante, dice, que las personas estén conscientes de que atravesarán esta etapa y que tomen decisiones acertadas y no impulsivas.
“Las decisiones drásticas pueden acallar el malestar sólo momentáneamente”, advierte. Por ello, recomienda reflexionar antes de actuar.
Dificultad masculina
Según Deborah Legorreta, doctora en Psicología, a los varones les cuesta más trabajo aceptar la vejez.
Existen estudios, comenta, que demuestran que a los 55 años los hombres perciben su vida como deteriorada, mientras que a los 50 las mujeres se sienten más plenas porque ya han pasado los cambios hormonales más drásticos.
Los hombres se sienten así porque están acostumbrados a ser proveedores y a esa edad se acerca la jubilación y consideran que con ello pierden valor social. Otro problema es que se ve deteriorada su capacidad de funcionamiento sexual, y eso también afecta su autoestima y autoimagen.
Fuente: Deborah Legorreta