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Sus primeros alimentos

Sus primeros alimentosA los nueve meses de formación y maduración que su bebé vivió dentro del útero, le siguen 12 meses de acelerado crecimiento. El peso con que nació se duplicará a los cinco meses y la talla se triplicará en un año.

Para que ese ritmo de desarrollo no se detenga ni se vea alterado, la alimentación es un factor determinante, asegura Carolina Reyes Solórzano, jefa de la Unidad de Educación Nutriológica Continua en la Escuela de Dietética y Nutrición del ISSSTE.

“Si la alimentación es deficiente, el niño no podrá alcanzar un crecimiento normal del cerebro, ni el peso y talla que corresponden; por el contrario, se ha comprobado que la sobrealimentación y el exceso de peso se asocian frecuentemente con obesidad e hipertensión”, escribe la nutrióloga en el capítulo Alimentación en el primer año de vida, del folleto informativo El que come y canta loco se levanta, editado por la escuela.

“Las indicaciones para alimentar al niño durante su primer año de vida deben contemplar no sólo los requerimientos nutritivos de esa edad, sino las características de maduración y desarrollo de los sistemas nervioso, gastrointestinal, renal e inmunológico”, se advierte en Cómo prevenir la obesidad infantil, de los nutriólogos Lilia Castillo, Arturo Orea y Susana Rodríguez (Editorial Diana).

El recién nacido tiene riñones inmaduros que adquieren su funcionalidad óptima hasta que la alimentación incluye suficiente cantidad de agua, sales minerales y glucosa, todas proporcionadas por la leche materna.

Además, el estómago tiene capacidad de 10 a 20 mililitros y aumenta hasta 200 mililitros hasta el primer año de vida, por eso poco a poco puede consumir comidas más abundantes y menos frecuentes, agregan los autores de Cómo prevenir…

“Al nacer, el niño está preparado para recibir alimentos líquidos, lo que lleva a cabo con la ayuda de los reflejos de succión y deglución que permiten la extracción de la leche y su paso hasta el estómago”, refieren en el libro.

Es hasta los cuatro meses cuando el sistema neurológico del lactante empieza a desarrollar las habilidades para abrir y cerrar bien la boca.

Alrededor de los siete meses aparecen los movimientos rítmicos de masticación, que junto con el brote de los primeros dientes permiten agregar alimentos semisólidos a la dieta.

Y a los nueve meses, ya puede sostener y llevarse a la boca pequeñas porciones de alimentos, pero aún no puede comer por sí solo.

Primero leche

La leche materna es el alimento ideal en los primeros seis meses de vida y se puede prolongar su consumo hasta el año de edad.

“A través de ella se obtiene la energía y nutrimentos que el bebé necesita para crecer y desarrollarse adecuadamente (…) A través de las proteínas de la leche materna el recién nacido obtiene dos beneficios: el de nutrirse y el de proteger su salud”, señala Reyes Solórzano.

Aunque los anticuerpos (defensas) de la madre se transmiten al feto durante el embarazo, la protección se prolonga y complementa mediante la ingestión de los anticuerpos contenidos en el calostro y en la leche materna.

“El calostro es un líquido de color amarillento que produce el pecho de la madre durante los primeros tres días después del parto; es la principal fuente de anticuerpos que protege al recién nacido de enfermedades gastrointestinales, respiratorias y otras enfermedades infecciosas”, escribe la nutrióloga de la Escuela de Dietética y Nutrición.

Por lo anterior, la lactancia debe empezar los primeros minutos de vida fuera del vientre materno. De ella es de donde el bebé obtiene las cantidades ideales de proteína, azúcar, grasa y la mayoría de las vitaminas que necesita para crecer y desarrollarse sano.

Se ha comprobado que los bebés amamantados tienen menos probabilidades que los bebés alimentados con fórmula de padecer infecciones de oído, de las vías urinarias, respiratorias (como neumonía y bronquiolitis), meningitis, vómitos y diarrea.

Otra razón por la que la leche materna es el alimento ideal es que es fácil de digerir para el bebé y esto hace que produzca menos gases y sienta menos malestar.

La Academia Americana de Pediatría recomienda alimentar a los bebés exclusivamente con leche materna (sin agua, fórmula ni otros líquidos o sólidos), durante aproximadamente los primeros seis meses de vida; y es aconsejable que las mujeres continúen amamantando a sus bebés durante los seis meses siguientes mientras van introduciendo alimentos sólidos en su dieta.

Poco a poco

Empezar a integrar más alimentos a la dieta del bebé se le conoce como ablactación, un proceso que inicia entre los cuatro y seis meses de edad.

Sin embargo, según Reyes Solórzano, existen señales claras con las que el bebé indica que está listo para empezar a probar el mundo de texturas y sabores: haber duplicado el peso con el que nació o pesar al menos 6 kilogramos, sostener la cabeza colocado en posición semisentada y seguir a la cuchara con la vista.

No se recomienda introducir nuevos alimentos antes de los cuatro meses, aunque tampoco es aconsejable hacerlo más allá de los seis, porque la falta de diversificación es motivo frecuente de pérdida de apetito, a la vez que se desaprovecha una época valiosa para la educación del gusto y la adaptación progresiva a una alimentación equilibrada, variada y suficiente”, agregan los autores de Cómo prevenir…

Otras condiciones observables que indican que es tiempo de variar la dieta son: a partir del cuarto mes, se les deja de escurrir la leche entre los labios; al quinto o sexto, ya son capaces de expresar su deseo de alimento abriendo la boca e inclinándose hacia delante y cuando se encuentra satisfecho, demuestra desinterés por el alimento haciéndose hacia atrás y volteando la cabeza, gesto al que se debe hacer caso para evitar la sobrealimentación.

¡Alergias!

Agregar poco a poco los nuevos alimentos en la dieta del pequeño permite a los padres identificar cualquier alergia o intolerancia que pudiera presentar a alguno de ellos.

“Se ha observado que si se inicia el consumo de algunos alimentos antes del cuarto mes, las reacciones alérgicas son más frecuentes”, advierte Reyes Solórzano.

Si en la familia del bebé hay personas alérgicas, se debe poner especial atención, sobre todo para distinguir si se trata de “intolerancia” o “alergia” a determinados alimentos.

La intolerancia causa reacciones menos graves que la alergia, no está relacionada con el sistema inmunológico sino con algún trastorno en el metabolismo de algún componente del alimento, y también puede presentarse intolerancia a los aditivos, colorantes o condimentos con los que estén preparados.

La alergia sí es es una respuesta anormal del sistema inmunológico a determinados componentes.

“Las reacciones alérgicas pueden ir desde un dolor de estómago que cause diarrea hasta asma, que pone en riesgo la salud del niño”, indica la nutrióloga de la escuela del ISSSTE.

La leche de vaca, el huevo y el pescado son responsables del 90 por ciento de los casos de alergia alimentaria en los menores de un año, refiere el libro Cómo prevenir…

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), tanto el bajo peso al nacer (menos de 2 kilos 500 gramos), como el retiro temprano de la leche materna son factores determinantes en el desarrollo de alergias.

“La alimentación adecuada durante el primer año de vida permite un correcto crecimiento y desarrollo, y la formación de hábitos alimentarios que le ayudarán a convertirse en un adulto sano”, concluye Reyes Solórzano.

Leche materna: sus ventajas

· Proporciona las defensas necesarias para proteger a los niños de infecciones respiratorias, de enfermedades del estómago y del intestino.
· Tiene todos los nutrimentos necesarios para el buen desarrollo de los niños.
· Es de fácil digestión y no causa alergias.
· No necesita preparación ni requiere de utensilios especiales.
· No se necesita comprar, por lo que resulta un ahorro.
· Siempre está disponible y a la temperatura ideal.
· Estrecha los lazos de afecto entre la madre y el hijo.

Fuente: ISSSTE

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