Casi todos los implantes con los que se reparan huesos rotos son de metal o plástico, pero María Cristina Piña Barba, del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, crea implantes prótesis para huesos humanos con huesos… de res.
“Son materiales naturales compatibles con los humanos que no causan rechazo”.
“Nosotros no tenemos nada de metal en la estructura ósea, si el metal fuera el mejor material, creo que la naturaleza lo habría considerado en el esqueleto”, dice la física. + Ella, junto con sus colaboradores, obtiene en rastros denominados Tipo Inspección Federal (TIF) —que certifica su alta calidad— una clase de hueso poroso de bovino llamado cóndilo, que equivale al fémur humano y, como éste, se une a las rodillas.
En el laboratorio, el hueso de res se hierve para quitar el exceso de grasa, se lava con jabones especiales para retirar un 80 por ciento de materia orgánica y se esteriliza con radiación nuclear.
Con la parte inorgánica (una estructura rígida, porosa y liviana) y un 20 por ciento de proteína llamada colágena, el material se corta en piezas, de un máximo de cien gramos de peso, de formas tan variadas como las necesidades de los pacientes.
“Hacemos tornillos para unir un hueso con otro; cubos, triángulos y barras que sirven como cuñas o complementos de huesos originales; esferas que rellenan el lóbulo ocular evitando la deformación del rostro cuando falta un ojo, y gránulos y polvos para pequeñas inserciones dentales”, explica Piña.
Cuando las piezas fabricadas con hueso de res se implantan en humanos no hay rechazo, pues el aditamento, una vez puesto en el paciente, el organismo lo cubre con el periostio, una membrana que envuelve, protege y alimenta al hueso.
“Los huesos se regeneran gracias a la actividad de unas células llamadas osteoblastos, que son las responsables de formar la estructura externa del hueso.
“También participan la colágena y el periostio. Pero este proceso natural es lento, y con el implante de hueso bovino podemos acelerarlo, pues los osteoblastos se desarrollan sin dificultad sobre la estructura del implante”, detalla la investigadora.
Piña también estudia un mineral llamado hidroxilo, constituido de fosfato de calcio y abundante en forma natural.
“Nuestro sistema óseo está compuesto por este fosfato de calcio y los dientes lo contienen en un 99.9 por ciento, por eso son tan duros”, dice la física, quien desarrolla una versión sintética de hidroxilo a partir de ácido fosfórico y otros agregados.
“Estos biomateriales se desarrollan en otros países y en México se consiguen importados, lo que eleva su costo”, explica. “Nosotros los desarrollamos con un método propio, calidad y precios bajos”.
Los biomateriales desarrollados ya se prueban en hospitales públicos del País, aunque todavía están en trámite los permisos de venta para la empresa Biocriss, S.A. de C.V., a quien la UNAM transfirió la tecnología.
Fuente: Reforma