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¿Qué tan natural es lo ‘natural’?

En años recientes, la mercancía que se promueve como “natural” ha dado brillo al mercado de alimentos, bebidas y productos de consumo. ¿Pero en realidad son naturales?

En años recientes, la mercancía que se promueve como “natural” ha dado brillo a un mercado deslucido de alimentos, bebidas y productos de consumo empaquetados.

Los consumidores, cada vez más recelosos con los productos excesivamente procesados o repletos de químicos, estamos pagando precios exorbitantes por las mercancías naturales, que van desde jugos de frutas hasta cereales, champús y toallas húmedas para bebés.

Sin embargo, como lo muestra una serie de demandas y esfuerzos de defensa del consumidor, algunos consideran “naturales” sustancias como la metilisotiazolinona, un químico conservador.

El problema, a decir de grupos de consumidores e incluso de algunos fabricantes, es que no hay una definición jurídica ni regulatoria de lo que significa la palabra “natural”.

Hoy, mientras los reguladores están sopesando si deben o no definir el término “natural”, la falta de claridad durante la última década ha dado lugar a un ambiente irresponsable y contencioso.

Por una parte, están las empresas dispuestas a sacar partido de la disposición de los consumidores a pagar precios más elevados por los productos naturales al colocar etiquetas con la leyenda “Totalmente natural” en sus envases. En ocasiones, las promesas llevan al extremo los límites de la credulidad —como el 7Up “Totalmente natural”, las Pop-Tarts “Horneadas y con fruta natural” y la limonada “Natural” Crystal Light (algunas etiquetas como estas tuvieron que cambiarse al final)—.

Por la otra, está un grupo de abogados de los demandantes —a los que se conoce como “la barra de abogados de los alimentos”— que en los últimos tres años han entablado más de trescientas demandas que buscan tener calidad de demanda colectiva. Estas demandas incluyen acusaciones de tergiversaciones, tan solo en las etiquetas de los alimentos, del término “natural” y otras descripciones.

Las demandas son necesarias, o una molestia, dependiendo de a quién se lo pregunten.

Sin embargo, los críticos dicen que una buena parte del dinero de los acuerdos va a los bolsillos de los abogados de los demandantes y no beneficia monetariamente a los consumidores.

Los consumidores quedan atrapados en las arenas movedizas de lo natural y lo artificial. Incapaces de confiar en las etiquetas que llenan los anaqueles de las tiendas, a los compradores no les queda más remedio que analizar las letras pequeñas al reverso del empaque y tratar de descifrar términos como metilisotiazolinona, el conservador sintético que se encuentra en algunos productos de cuidado personal y de la piel. Además de los alimentos, las normas que regulan las promesas en la publicidad de champú y detergente de ropa son todavía más turbias.

Sin embargo, tratándose de términos de uso común como “natural” o incluso “saludable”, las agencias del gobierno de Estados Unidos que supervisan los alimentos, las bebidas y la publicidad se han tardado en establecer una definición.

Los abogados dicen que mientras los reguladores establecen una definición, los consumidores, los fabricantes y los abogados seguirán haciendo malabares con lo que no es tan natural.

Fuente: NYT

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