Hace unos días, pasé toda una tarde con mi sobrina de 17 años. Me di cuenta de que movía unas llaves de un lado al otro sin parar y parecía sumamente nerviosa.
“¿Qué tienes?”, le pregunté.
“Es que estoy muy nerviosa porque me han dicho que el segundo año de la preparatoria es el más complicado y ya tengo mis primeros exámenes en un par de semanas”, contestó.
“¿Y porqué te preocupas si siempre has tenido buenas notas en la escuela?”, le dije. Me respondió que le preocupaba enfermarse y sentirse cansada y simplemente no poder con el quinto año de preparatoria.
Quizá a usted, en alguna ocasión, le haya sucedido lo mismo al pensar obsesivamente en una junta de trabajo que tendrá la semana siguiente con su jefe y en la que tal vez lo que le asuste es que lo vayan a despedir, aunque no tenga ningún motivo real para que esto pase.
La ansiedad, a diferencia del miedo que se define como una reacción del cuerpo ante una amenaza o peligro real, sucede cuando la amenaza o el peligro vienen de dentro y no se identifica con claridad el motivo.
La agitación se siente en el momento presente y puede ser amenazante, se puede expresar como algo que usted sabe que es irracional; por ejemplo, si le da terror subirse a un avión o a un elevador.
La ansiedad puede manifestarse como una preocupación mental permanente, repetición de pensamientos, desesperanza, o físicamente como taquicardia, músculos tensos, sudor, temblores en el cuerpo, falta de aire, dolor en el pecho, náusea, dolor de cabeza o mareo.
Regularmente aquellos que padecen de ansiedad evitan ciertas situaciones, siguen un ritual determinado, suelen tener el sueño ligero y falta de concentración.
De acuerdo a lo que señala la medicina ayurveda, tradicional de India, la ansiedad es un desequilibrio físico y mental que se agrava en la temporada de otoño, por lo cual todos estamos más expuestos a sentir estados de ansiedad en mayor o menor intensidad.
Para prevenirla y combatirla
1. Regresar al cuerpo. Si el problema es que nos identificamos con nuestra angustia y usted permite que la mente sea su amo, lo que tiene que hacer es conectar nuevamente con su cuerpo físico para tranquilizar el proceso mental. Ante un ataque de ansiedad es importante que regrese su atención al cuerpo físico.
Ya sea pidiéndole a un amigo o familiar que le dé un abrazo o un masaje; ya sea que se dé un baño de agua caliente o un masaje con aceite tibio o que se tome un té de manzanilla o anís, pero es importante que regrese a su cuerpo y se sienta contenido.
2. Beba un té calmante de valeriana o pasiflora.
3. Prefiera los alimentos calientes, pesados y picantes.
4. El médico Vasant Lad sugiere beber jugo de naranja: “Para la ansiedad acompañada de palpitaciones, beba una taza de jugo de naranja acompañado de una cucharadita de miel de abeja y una pizca de nuez moscada”.
Relájate
Aprenda a respirar profundo, si la inhalación es corta es fácil perder el vínculo cuerpo-mente.
• Acuéstese sobre su espalda y apoye los pies en el piso. Ponga sus manos en el abdomen bajo. Observe primero su respiración sin tratar de controlarla.
• Ahora permita que entre el aire, que su abdomen se vaya expandiendo como un globo. Permita que se expandan las costillas y la parte lateral del cuerpo.
• Retenga el aire unos segundos y luego exhale lentamente al tiempo que se desinfla su abdomen y el ombligo se hunde hacia su columna vertebral.
• Practique está respiración al menos diez veces al despertarse o antes de dormirse.
Una receta
La leche de almendra lo ayudará a tranquilizarse.
• Remoje 10 almendras durante la noche.
• Quíteles la piel y vacíelas en la licuadora.
• Añada una taza de leche de vaca o leche de soya y una pizca de jengibre, nuez moscada y azafrán.
• Disfrute la bebida.
Fuente: Paula Domínguez