Los primeros años son fundamentales para el desarrollo físico como emocional de las personas y es en este periodo cuando los niños reclaman toda la atención, cuando más necesitan que los cuidemos, una labor que como padres nunca termina, por cierto.
También es el momento en el que podemos mostrar más abiertamente nuestro afecto, sin que nos rechacen, que eso ya vendrá después.
El contacto físico es sumamente importante, los niños necesitan sentir el calor y el afecto de sus padres, con palabras y sin ellas, porque sentirse amado será el cimiento para el desarrollo de su autoestima.
Debemos recordar que en los primeros años de vida, los padres son el “mundo†de los hijos, y los pequeños son capaces de percibir tanto un ambiente cálido como uno hostil.
No tengamos miedo de mostrar nuestros afectos ni pensar que porque besemos y abracemos a nuestros hijos esto los convertirá más adelante en majaderos, engreídos o débiles.
Una cosa es amarlos mucho y expresarlo y otra muy distinta es permitirles lo que quieran en nombre de ese amor tan grande.
Una persona que se siente amada es mejor persona, así que demostremos sin miedo ese amor sin límites y que nuestros hijos caminen por la vida con la seguridad que no existe nadie en el mundo que lo quiera más que sus padres.
Como diría el famoso bolero que han cantado desde Pedro Infante hasta Los Beatles “bésame, bésame mucho†bien podría ser el canto mudo de esas personitas que nos estiran los brazos y que reciben nuestro cariño con total agradecimiento.
Fuente: Claudia Solís