Hasta hace poco, cualquier recuperación de una enfermedad grave sin intervención médica se solía desestimar como poco más que una “remisión espontánea”, generalmente definida como la desaparición inesperada de una enfermedad en particular de forma inexplicable.
Hoy en día, sin embargo, parece que hay una creciente voluntad de volver a examinar tales cambios drásticos en la salud de un individuo como posibles precursores de incluso cómo podría tratarse “el emperador de todos los males”, como se describe el cáncer por parte de la autora Siddhartha Mukherjee.
Tomemos, por ejemplo, la historia de Susan. Después de vivir con un marido maltratador durante 15 años, se divorció, se volvió a casar y de nuevo tuvo un matrimonio infeliz y, finalmente, una enfermedad debilitante.
“Durante los siguientes dos años y medio, busqué ayuda médica, me sometí a un sinfín de pruebas médicas, y tomé innumerables medicamentos recetados”, da testimonio. “Pero mi salud continuó deteriorándose. Por último, durante una visita, el médico me dijo que tenía cáncer de estómago, y que ese tipo en particular no podía tratarse médicamente”.
A medida que sus síntomas empeoraron, Susan descubrió que no podía comer la mayoría de los alimentos y no podía dormir. Entonces un día trató de suicidarse bebiéndose una botella de pastillas para dormir, lo que le hizo entrar en coma y, finalmente, pasar a cuidados intensivos en el hospital.
Cuando recobró el conocimiento cinco días más tarde, se dio cuenta de que lo único que había dejado de hacer en sus muchos años de miseria era orar a Dios para pedirle ayuda.
Aunque tal vez no es inusual, este tipo de esfuerzo desesperado por volver a conectar con la Divinidad no es lo que la mayoría consideraría un plan de tratamiento eficaz, especialmente para alguien en una situación tan desesperada. Y, sin embargo, según la investigadora del cáncer Kelly Turner, esto es precisamente lo que muchos han descubierto que lleva a la curación.
En el marco de su tesis doctoral, la autora de Remisión radical: sobrevivir al cáncer contra todo pronóstico pasó 10 meses entrevistando a pacientes y sanadores de todo el mundo que habían sufrido o sido testigos de una remisión espontánea de cáncer. Esto incluía individuos que habían sido diagnosticados y luego optaron por no recibir tratamiento médico convencional.
Lo que Turner descubrió fue que la mayoría de estas personas se había basado en enfoques no físicos para el tratamiento de su enfermedad, eligiendo en su lugar hacer frente a diversos problemas emocionales y espirituales a través de métodos tales como la oración, la meditación y volver a conectar con los seres queridos.
“Esperaba de veras encontrarme con muchas más cosas físicas”, dijo durante una entrevista en 2013, “pero no fue asíâ€.
Para Susan, que no fue entrevistada por Turner, esto se tradujo en un compromiso renovado de verse a sí misma como la expresión esencial de un Dios que ama constantemente, no el juguete de un cuerpo caprichoso, basado en lo material. El efecto fue casi inmediato.
“Mientras estaba en la cama del hospital los siguientes tres días, sin poder dormir, mucho de lo que había aprendido en… la Escuela Dominical 30 años antes inundó mis pensamientos”, escribe. “Para el asombro de los médicos, me recuperé de los efectos de la sobredosis en esos pocos días”.
Sin embargo, se vio teniendo que enfrentarse al problema mayor del diagnóstico de cáncer. Después de ser dada de alta –y con el apoyo de un amigo– continuó con sus oraciones y comenzó a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy. Esto le dio un sentimiento de esperanza en que podía curarse. Y, cinco meses después, estaba curada.
Eso fue hace más de 25 años. Desde entonces no ha tenido ni un solo síntoma de cáncer.
“También ha tenido lugar una maravillosa transformación de mi carácter”, escribe Susan, “y, como resultado, mi matrimonio ahora es armonioso y feliz”.
Cuando se mira en el contexto de cómo muchas personas siguen sufriendo cáncer, es tentador desestimar la explicación de Susan como poco más que una anécdota pintoresca, un simple caso de alguien que tiene suerte.
Pero de acuerdo con David Agus, médico y autor de El final de la enfermedad, dichas historias fuera de lo común exigen más, no menos, nuestra atención.
“Tenemos que fijarnos en los casos atípicosâ€, dijo Agus durante una entrevista de AMA (“Ask Me Anythingâ€) en Reddit el año pasado. “El mundo físico ha aprendido más que nada explicando los casos atípicos. Nosotros los hemos ignorado, por desgracia”.
Es poco probable, sin embargo, que podamos ignorar este tipo de historias mucho más tiempo, teniendo en cuenta tanto las pruebas acumuladas como el anhelo inherente de la humanidad de una mejor salud.
La medida en que se va a explorar esta tendencia, aún está por verse. Pero es una tendencia que ha existido durante miles de años, que está aquí para quedarse.
Fuente: Eric Nelson