En un país donde las enfermedades del corazón suelen ser la primera causa de muerte, lograr que pacientes de riesgo disminuyan sus niveles de colesterol es un reto clínico de todos los días.
Si bien en el pasado la estrategia farmacológica apostaba por recetar altas dosis de estatinas -un tipo de medicamentos que reducen la cantidad de colesterol que produce el hígado, ayudándolo a eliminar el que ya circula por la sangre-, el paradigma actual consiste en el uso de combinaciones más eficaces.
Compuestos como el que un grupo de especialistas en México evaluó a través de un estudio clínico en el que participaron 103 pacientes con dislipidemia, es decir, con concentraciones elevadas de lípidos -colesterol, triglicéridos o ambos-, cuyos favorables resultados se publicaron en la revista médica Cardiology Research and Practice.
La fórmula utilizada durante los cuatro meses que duró el protocolo fue la combinación -en una tableta desarrollada por la farmacéutica mexicana Laboratorios Silanes- de la estatina llamada rosuvastatina con el medicamento ezetimiba, también perteneciente a los llamados reductores de colesterol pues actúa impidiendo su absorción en el intestino.
El ezetimiba lo que hace es actuar sobre una maquinaria que tienen las células del intestino para absorber el colesterol.
Este compuesto que se valoró, por lo tanto, actuaba sobre los niveles del colesterol por dos vías: impidiendo que se produjera en cantidades dañinas en el hígado (mediante la rosuvastatina), y reduciendo su absorción en el intestino.
Tal cual lo expresan especialistas, el resultado de esto fue muy positivo, pues el 94 por ciento de los participantes -de los que casi la mitad, 48 por ciento, eran de alto riesgo cardiovascular, y el 22 por ciento, de muy alto riesgo- alcanzó el control de colesterol total, manteniéndolo por debajo de 200 miligramos por decilitro de sangre (mg/dL), como suele recomendarse.
Mas no sólo eso, sino que hubo una marcada disminución del denominado colesterol malo, o colesterol transportado por las lipoproteínas de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés), del cual las guías internacionales recomiendan que esté a un nivel menor a 75 mg/dL, lo cual fue la meta del referido estudio.
De tal forma, 72 por ciento de los participantes -personas con obesidad, diabetes e hipertensión- alcanzó las metas en un corto tiempo, e incluso a los cuatro meses del tratamiento su colesterol LDL se mantuvo en rangos de 51 mg/dL.
Esta fórmula representa la oportunidad para reducir la carga de placa, que es el nombre médico que se le da a la acumulación parsimoniosa de colesterol durante décadas.
Este fármaco, entre todas las estatinas, es el que tiene la evidencia de desarrollar beneficios a más corto plazo en la parte de la carga de placa.
La importancia de esto radica en que la acumulación de dichas placas de material graso -trastorno conocido como ateroesclerosis-, al afectar a las arterias que irrigan el corazón y el cerebro, aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular.
De ahí que se considere que las consecuencias de salud pública para el uso extendido de esta combinación de dosis fijas de rosuvastatina y ezetimiba -disponible desde hace dos años- son extraordinarias.
Cuestionados sobre los posibles efectos adversos o contraindicación para cierto tipo de pacientes, especialistas detallan que no hubo suspensiones del tratamiento por alguno de estos motivos. Aunque no obvian el hecho de que desde hace años se observó que las estatinas podían causar molestias musculares en algunas personas.
Pero el uso por décadas de estos medicamentos ha demostrado que son extraordinariamente eficaces, que los casos de dolor muscular son muy raros; y, de hecho, el año pasado se publicó un reporte que demostró que existe una predisposición genética muy rara para desarrollar efectos adversos.
La relación del costo beneficio del fármaco a la luz de la eficacia en los exámenes de laboratorio, y a la perspectiva de poderlo utilizar por años para mejorar la seguridad de las personas y reducir lo que conocemos como carga de placa, pues son argumentos todos a favor.
Por último, los especialistsa son enfáticos en cuanto a que pese a contar con esta opción farmacológica, esto no sustituye la necesidad de controlar los niveles de colesterol por medio de hábitos de vida saludables.
Los beneficios de estos fármacos ocurren en la persona indicada. Y la persona indicada es la que realiza cambios en el estilo de vida, respeta la alimentación, hace ejercicio, deja de fumar y trata de reducir el estrés, que cada vez es una tarea más difícil.
“Somos lo que comemos, y los alimentos son una parte muy importante del control”, concluye.
¿Cómo cuidarse?
Algunos factores de riesgo para tener un alto nivel de colesterol, y con ello un elevado riesgo de complicaciones como ateroesclerosis, son:
Mala alimentación. Se deben elegir alimentos bajos en calorías y en grasas saturadas e hidrogenadas o “trans”.
Obesidad. Tener un índice de masa corporal (IMC) de 30 o más aumenta el riesgo de tener colesterol alto.
Falta de ejercicio. La actividad física ayuda a aumentar el llamado colesterol colesterol bueno y disminuye el tamaño de las partículas del colesterol malo.
Tabaquismo. Fumar daña las paredes de los vasos sanguíneos y los hace más propensos a acumular depósitos de grasa.
Diabetes. Un nivel alto de azúcar en sangre contribuye a niveles superiores de un colesterol peligroso y a bajar el colesterol bueno. El nivel alto de azúcar en sangre también daña el revestimiento de las arterias.
Fuente: Centro Multidisciplinario de Diabetes