Un estudio determina que los primeros 12 meses de vida pueden servir para predecirlo. La estimulación intelectual de los bebés por parte de sus madres durante los 12 primeros meses de su vida, el grado de comportamientos predecibles de éstos o su carácter, son ahora cuestiones que permiten pronosticar el tipo de conducta de los chicos en el futuro.
Según los especialistas estadounidenses, la forma en que las madres interactúan con sus bebés durante el primer año de vida está muy relacionada con el comportamiento que los niños tendrán en edades comprendidas entre los cuatro y los 13 años.
Dirigida por el profesor Benjamin B. Lahey, la investigación se centró en descubrir si el carácter de los bebés y las habilidades educativas o de crianza de sus madres durante los primeros 12 meses de vida podían ayudar a predecir futuros problemas de comportamiento.
Por otro lado, los autores del estudio explican que tanto el temperamento de los bebés como el tipo de educación seguida por sus madres en esa fase fueron evaluados en un total de 1,863 hijos (de entre 4 y 13 años), de una muestra representativa de madres.
Las evaluaciones maternas del temperamento de los bebés incluyeron sus niveles de actividad, en qué grado eran asustadizos o predecibles, su nivel de exigencia, si tenían una predisposición general a estar contentos o sus niveles de caprichos o afectación.
En lo que se refiere a las madres, los investigadores evaluaron el grado de estimulación intelectual que éstas habían dado a sus bebés, el nivel de respuesta a las demandas de sus hijos; y la aplicación de límites físicos, como sopapos o chirlos, en su forma de educarlos.
Los problemas de conducta infantiles posteriores considerados por los investigadores incluían las trampas, el decir mentiras, los problemas continuos con los profesores en los centros de enseñanza, las actitudes desobedientes en casa o en la escuela, las actitudes intimidatorias, y la ausencia de remordimientos tras un mal comportamiento.
Con respecto al carácter de los niños estudiados, los resultados mostraron que aquellos bebés que habían sido menos caprichosos durante su primer año de vida, y que en esa fase habían mantenido actitudes predecibles, presentaban un nivel mucho menor de riesgo de conductas conflictivas en el futuro. De hecho, la tendencia a ser caprichosos y quejosos resultó ser un importante pronosticador de los problemas de conducta en los varones, mientras que el grado de miedo o de tendencia a asustarse lo fue en el caso de las nenas.
En lo que se refiere a las madres, los problemas de conducta pudieron predecirse principalmente a partir de niveles bajos de estimulación cognitiva de los bebés por parte de éstas en el primer año de vida. En cuanto al grado de reacción de las madres ante las demandas de los bebés, éste también resultó ser un importante indicador de problemas futuros, pero sólo en el caso de aquellos niños poco miedosos en su más tierna infancia.
La aplicación del castigo físico durante la infancia también sirvió, aunque sólo ligeramente, para predecir problemas de conducta más severos posteriores. Estos resultados indican que tanto las evaluaciones maternas del temperamento de sus bebés como los estilos de educación durante el primer año de vida de éstos resultan pronosticadores sorprendentemente eficaces de los problemas de conducta de los niños en edades posteriores.
En general, los niños menos exigentes, predecibles y mejor estimulados intelectualmente en esa fase presentaron menos riesgos conductuales. Por esta razón, los especialistas señalan que las intervenciones enfocadas hacia la educación en esta fase temprana del desarrollo de los bebés, en prevención de problemas de comportamiento futuros.
Fuente: Telemundo