El yodo es un mineral necesario para el correcto desarrollo y funcionamiento del organismo. Su carencia se asocia con defectos en el funcionamiento de la glándula tiroides y puede relacionarse con el hipotiroidismo y la presencia de alteraciones como el bocio que puede derivar en retraso mental.
En el caso de ls mujeres embarazadas, las complicaciones pueden ser mayores, ya que puede ocasionar lesiones cerebrales en el feto y los lactantes. Se ha indicado que la deficiencia de yodo en la mujer embarazada puede relacionarse con malformaciones en el feto, cretinismo (retraso mental y deterioro severo de las facultades motoras), enanismo, sordomudez y otras malformaciones congénitas. Los adultos con una ingestión baja de yodo pueden sufrir hipotiroidismo.
El problema en los países subdesarrollados es de tal magnitud que se considera que la falta de yodo de la diste es la primera causa de retraso mental en los niños. La UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan su consumo obligatorio, ya que un tercio de la población tiene carencia de yodo.
Este problema, no solo ocurre en los países en vías de desarrollo, ya que en la Unión Europea existen países donde todavía una parte importante de la población está expuesta a la falta de yodo. Se estima que en España un 20% de los niños padece alguna vez carencias de este mineral. Es por ello que algunos países han adoptado medidas como la obligatoriedad de añadir este mineral a alimentos comunes.
En el comercio se puede encontrar fácilmente sal yodada para el consumo, por lo que se recomienda su utilización habitual para toda la familia. En las mujeres embarazadas, se recomienda la ingesta suplementaria de yodo.
Fuente: María Jesús Cancelo
