A pesar de las pérdidas y el sufrimiento causados por el coronavirus, los expertos aconsejan emprender el año con planes y esperanza.
Sabemos que la pandemia sigue y seguirá por un buen tiempo, y aunque la existencia de vacunas brinda una enorme esperanza, aun tomará tiempo para que llegue a cada persona.
Pero también sabemos que esto pasará, que si revisamos la historia, la humanidad ha logrado remontar crisis peores.
Sin duda esto que vivimos es muy fuerte, pero ya en otros momentos de la vida nos hemos enfrentado a otros retos y los hemos superado. Este es un momento para recordar qué hemos hecho bien y que nos puede ayudar hoy también.
Se aconseja “trabajar la esperanza”, que cada quien deposita donde la necesita: unos en un poder supremo, otros en sus propias capacidades de flexibilidad, tolerancia, positivismo y resiliencia.
El ser humano se dobla pero no se quiebra ante la adversidad, y recomiendan concentranos en lo que sí tenemos y podemos hacer, planear para el futuro de una manera realista y sabiendo que todo requiere de un esfuerzo.
Saber que esto pasará y si yo empiezo a planear con esperanza cómo me quiero ver para el segundo semestre del 2021 empiezo desde ahorita a poner los cimientos: paso A, paso B, paso C, siendo constante y perseverante.
Se considera fundamental hacer planes, tener una perspectiva, una esperanza. Un proyecto es determinante para el estado de ánimo. Deben ser expectativas realistas de un proyecto que con pandemia o no, podemos hacer.
Realista pero también esperando lo mejor. Como diría el viejo dicho: Preparados para lo peor, esperando lo mejor.
Como es necesario validar nuestras pérdidas, que no pueden ser minimizadas. Habrá quien diga: no se me ha muerto nadie ni se ha enfermado, pero hemos estado encerrados sin poder ver a familiares, amigos o nos hemos quedado sin trabajo y esas también son pérdidas. Validarlas nos permite asimilarlas en nuestra historia de vida.
La tarea fundamental es construir una nueva confianza para poder seguir caminando en este mundo, sabiendo que no ofrece certezas, pero que sí invita a vivir.
Se recomienda aceptar la tristeza cuando se presente pero no quedarse ahí. Además, tener una rutina puede ayudarnos: se propone realizar actividades que nos resulten gratificantes o nos den sentido, más allá del trabajo diario o las tareas domésticas, ya sea atreverse a probar nuevas habilidades o capacidades, como pintar o tocar un instrumento musical.
Si yo tengo una rutina y sé que cada día tengo ciertas cosas que hacer, sí me va a asaltar la tristeza de repente, pero con todo y mi tristeza me voy a levantar y preparar el platillo que dije que iba a hacer o me voy a levantar e ir por mi tejido y me voy a sentar a tejer o voy llamar a mi hermana, a mi hijo o mis nietos.
Aceptar lo que estoy sintiendo, pero no por eso detengo el programa del día de hoy o lo que planeo para mañana. La rutina nos da sentido y nos da certeza”, resalta la psicóloga.
También es necesario fortalecer nuestras relaciones cercanas con padres, hijos, la pareja. Es absolutamente necesario fortalecer esas relaciones que nos pueden mantener a flote o pueden ayudar a hundirnos.
No olvides que los adultos moldeamos a los niños con nuestro ejemplo, con lo que hacemos y decimos, sobre cómo afrontar una crisis.
Entender que con nuestra actitud estamos ayudando a crecer a los jóvenes y niños de manera sana y con esperanza en la humanidad, nos puede dar un sentido y un motivo más para estar bien.
Fuente: Gina Tarditi, Á“scar Galicia.