Puede que se trate de un pequeño goteo después de toser o estornudar, o de una pérdida mayor provocada por una necesidad repentina de orinar.
La incontinencia urinaria, o pérdida accidental de orina, es una condición frecuente. Afecta a muchas más mujeres que hombres y es más común entre los adultos mayores, aunque puede producirse a cualquier edad y por diversos motivos.
Si esta afección te agobia, ten en cuenta que existen muchas opciones de tratamiento eficaces. Además, existen productos útiles para controlar las pérdidas de orina sobre la marcha.
Uno de los tipos más usuales de incontinencia urinaria es la incontinencia de esfuerzo, que se produce cuando se ejerce presión sobre la vejiga (por ejemplo, al toser, estornudar, reír o saltar) y se producen pérdidas de orina. Y suele estar causada por daños en los músculos o los tejidos de sostén de la uretra, o en la válvula entre la vejiga y la uretra.
Otra forma frecuente es la incontinencia de urgencia, que se produce cuando se siente la necesidad de orinar aunque la vejiga no esté llena. Suele ser consecuencia de lesiones nerviosas que afectan al control cerebral de la vejiga. En este tipo de incontinencia, la necesidad puede ser tan fuerte y repentina que oír correr el agua, lavarse las manos o incluso abrir la puerta de casa puede provocar una pérdida espontánea de orina.
Tanto en mujeres como en hombres, el riesgo de incontinencia aumenta con la edad. Los hombres tienden a sufrir incontinencia de urgencia, a menudo causada por un agrandamiento de la próstata, aunque la cirugía de próstata puede provocar incontinencia de esfuerzo.
Las mujeres sufren ambos tipos con más frecuencia que los hombres, en parte porque el embarazo y el parto pueden dañar los nervios y debilitar los músculos y tejidos conjuntivos que sostienen los órganos de la pelvis.
Las personas con problemas de movilidad o enfermedades crónicas como la esclerosis múltiple, diabetes o un derrame cerebral también pueden sufrir pérdidas accidentales.
¿Qué tratamientos existen?
Vale la pena probar primero ciertas modificaciones dietéticas. Reducir el consumo de cafeína y alcohol, que aumentan la producción de orina, puede ser útil. Y presta atención a la cantidad de agua que bebes: tanto el exceso como la escasez pueden agravar el problema.
La fisioterapia del suelo pélvico, que incluye ejercicios de Kegel, es eficaz tanto para hombres como para mujeres. También es beneficioso el entrenamiento de la vejiga, que consiste en aumentar gradualmente el tiempo entre las idas al baño en 15 minutos más o menos hasta que se pueda aguantar dos o más horas.
Los fármacos anticolinérgicos —que bloquean los receptores de la vejiga para reducir las contracciones y, por tanto, las pérdidas— son útiles para algunas personas. Sin embargo, estos fármacos se han relacionado con un mayor riesgo de demencia en los adultos mayores, por lo que deben considerarse cuidadosamente.
En el caso de la incontinencia de esfuerzo, los procedimientos mínimamente invasivos, como la inyección de agentes voluminizadores en la uretra o la inserción quirúrgica de un cabestrillo bajo la uretra para ayudar a sostenerla, pueden ayudar a prevenir los goteos.
En el caso de la incontinencia de urgencia, la inyección de bótox en la vejiga endurece los músculos del órgano, de modo que es más difícil que se contraigan y provoquen pérdidas. Y la neuromodulación sacra consiste en implantar quirúrgicamente un dispositivo que envía impulsos eléctricos a los nervios relacionados con el funcionamiento de la vejiga.
Lo que funciona para ti no funcionará para todo el mundo. Pero la mayoría de las personas podrán encontrar al menos una opción de tratamiento que reduzca o elimine sus pérdidas de orina, dijo Johnson.
Fuente: Harry Johnson, Linda McLean.