Imagine la siguiente situación: el mesero le lleva la sopa fría y usted, amablemente, le pide que la caliente; él atiende su petición, pero en cuanto la vuelve a probar se da cuenta de que la sopa tiene la misma temperatura. ¿Qué hace?: ¿Llama al mesero para repetirle su deseo, avienta el plato, pide hablar con el gerente o insulta al mesero y se retira del lugar?
“El enojo es básicamente un impulso reactivo que puede controlarse con prudencia, sabiduría, voluntad y con no tomarse tan en serio muchas circunstancias que no lo ameritan”, sugiere Héctor Salama Penhos, autor de Ponle Ojo a tu Enojo (Alfaomega Grupo Editor).
A pesar de que cada quien se enoja de manera única y personal, lo recomendable es no rebasar el límite del respeto hacia quien va dirigido el reclamo, pues las diferentes reacciones ante una situación molesta pueden tener consecuencias extremas: no es lo mismo una persona capaz de decir “estoy muy enojado porque…”, a otra cuyo enojo la lleva a tomar un arma y disparar, ejemplifica.
El enojo, explica el psicoterapeuta gestalt, es un sentimiento natural ante la frustración y todo ser humano tiene derecho a expresarlo.
“Yo sugiero que si algo provoca rabia, se debe hablar con quien generó el enojo para manifestarle las razones de la molestia, y si no se tiene esa capacidad ensayada, puede tomar un cojín en casa y pegar hasta cansarse en la cama o escribir para sacar con palabras toda la rabia”.
Lo que no es recomendable es guardarse el enojo y fingir que “no pasa nada” porque se corre el riesgo de caer en el “autoengaño” o de descargar la frustración en alguien que nada tuvo que ver con la situación que generó el enojo, como cuando alguien se enoja en el trabajo y llega a casa a desquitarse con la pareja, los hijos, incluso con las mascotas.
Usa tu sentido común
Es cierto que a unas personas les molesta algo que a otras no, pero si se echa mano del sentido común para discernir cuáles situaciones sí ameritan una dosis de enojo y cuáles no, podrá pasar la vida en un estado más relajado.
Si el enojo es provocado porque una persona no actuó como usted deseaba, hacer uso del sentido común implicaría asumir que “las personas no tienen que ser como uno quiere que sean porque son personas con otra historia, con otro universo”, señala el autor.
Sólo en el caso de que exista jerarquía, como en el caso del jefe y del subordinado, el primero sí podría enojarse si el segundo no está cumpliendo con lo que se supone debería hacer.
Además, sugiere el experto, no hay que perder de vista que el enojo trae más enojo.
“Si tu estás enojado, tu energía es negativa y puedes provocar que las personas se alejen, de lo cual después te quejarás porque nadie querrá estar contigo; y puedes justificarte pensando que los demás no te merecen, pero la realidad es que tu actitud es desagradable.
“En este caso hay que sentarse a reflexionar y en vez de ver hacia afuera, mirar hacia adentro, hacer contacto contigo mismo, ser honesto e identificar en qué puedes empezar a cambiar”, indica Salama Penhos.
Para reflexionar
Empezar por revisar qué le genera enojo es un buen principio para aprender a manejarlo. Piense:
• ¿En qué momentos y ante qué se enoja?
• ¿Siempre es por lo mismo?
• Lo que le provoca enojo, ¿se puede cambiar?
• Si la respuesta es sí, ¿cómo?
• Si la respuesta es no, ¿para qué se enoja?
Fuente: Héctor Salama Penhos