Según dicen los expertos vivimos en la ‘postmodernidad‘, una nueva era con rasgos especiales en aspectos sociales, económicos, artísticos y políticos, superadora de la modernidad.
Si aquella fue la era de las grandes guerras, las vanguardias artísticas y las movilizaciones ciudadanas, la postmodernidad representa el triunfo del individualismo, el consumismo, el hedonismo, la comunicación y la hipervelocidad, que nos llevaron a soñar que finalmente lograríamos salud, bienestar y felicidad para todos ‘en el año 2000’.
Pero también esta es la era de la velocidad, el estrés y la soledad, en la que las múltiples ofertas y posibilidades sólo están al alcance de unos pocos. Es una etapa conflictiva y contradictoria, en la que, según dicen algunos, han sucumbido las grandes instituciones ‘aseguradoras’ humanas, como la familia, el club, el barrio, el pueblo, la patria o la religión.
La vida es dinámica, plural, innovadora, desencantada, controvertida, contradictoria, formalista, publicitaria, ansiosa e insatisfactoria. Todo dirigido por el hipermercado global, la publicidad y la moda. Las dos grandes normas de hoy día son: lo que no sale en la tele no existe y todo está en los hipermercados.
Ahora bien, ¿realmente eso produce trastornos psíquicos?, ¿ha aumentado la frecuencia o gravedad de éstos? La verdad es que las respuestas científicas a esas preguntas aún son inseguras.
Personalmente opino que somos más altos, más guapos, más modernos, más hedonistas, más narcisistas, más egoístas que nunca. Pero también más volubles, inestables, estresados, desasosegados y vulnerables a los acontecimientos incómodos de la vida.
Por ejemplo, la publicidad crea necesidades y deseos irreales, que apenas satisfechos dejan de paso a nuevos deseos, necesidades e insatisfacciones. Todo eso tiene que afectar a la salud mental. Aumentan el estrés, la ansiedad, las depresiones, y aparecen nuevos síndromes y adicciones, al tiempo que se incrementan las demandas en los servicios de salud mental.
En la actualidad la primera causa de baja laboral son los llamados ‘trastornos de adaptación‘, es decir, incapacidades para enfrentarse y resolver los problemas de la vida. Pero, ¿realmente son enfermedades?, ¿hay que diagnosticarlas y tratarlas? En esto tampoco hay acuerdo científico, pero lo cierto es que la gente acude pidiendo ayuda por ‘sufrimientos’, ‘incapacidades’ y ‘necesidades’, y algo hay que hacer por estas personas.
Lo que hace furor es todo lo que empiece por ‘psico‘: psicofármacos, psicoterapias, psicolibros de autoayuda, psico-relax, etc. Quizás estemos considerando como enfermedades lo que sólo son ‘trastornos del malvivir postmoderno’.
Pero, ¿usted que opina? ¿Qué debemos hacer con las personas que consultan por esos ‘trastornos del malvivir’? ¿Les decimos que apaguen la tele, que no atiendan a la publicidad y no vayan al hipermercado, o les des damos un diagnóstico, un tratamiento y una baja laboral? ¿Cree que los psiquiatras estamos ‘empastillando’ el mundo para resolver enfermedades inexistentes? ¿Qué haría usted con usted mism@ en tales circunstancias?
Fuente: elmundo.es