Durante los meses fríos, una epidemia de bronquiolitis afecta cada año a los niños más pequeños, a los menores de dos años, llenándose así los consultorios médicos, las urgencias pediátricas y las camas de los hospitales, de recién nacidos y lactantes con tos, mocos. Y algunos con dificultad al respirar que precisan ser hospitalizados para recibir oxígeno, incluso apoyo respiratorio en forma de ventilación mecánica.
La bronquiolitis es una infección de las vías respiratorias, que afecta sobre todo a los bronquios más delgados, llamados bronquiolos, que son los que llevan el aire a los alvéolos, que son las únicas zonas del pulmón que intercambian los gases, principal función de la respiración.
Las vías respiratorias altas, la tráquea, los bronquios y los bronquiolos sólo sirven para transportar el aire a los alvéolos, en estos el oxígeno pasa del aire inspirado a la sangre, que a su vez elimina anhídrido carbónico (CO2), que se expulsa con la exhalación.
La inflamación de los bronquiolos impide tanto la oxigenación de la sangre como su limpieza de CO2, por ello la bronquiolitis puede ser una enfermedad muy grave cuando se obstruyen por la inflamación muchos bronquiolos, o leve cuando se afectan pocos o estos no son tan delgados porque corresponde a niños mayores de dos años.
La infección está producida casi siempre por un virus, llamado virus respiratorio sincitial (VRS) que se expande tan rápidamente como el fuego, pasa de un niño a otro a través de la tos, el aire, las manos de los adultos o la ropa de los hospitales, de forma que cuando un niño con bronquiolitis es hospitalizado, los vecinos tienen alto riesgo de ser infectados con VRS, excepto que se tomen con aquél medidas de aislamiento, protección, que no siempre se adoptan.
Por ello, los niños con bronquiolitis deben permanecer en sus casas, no en el hospital, excepto que tengan pausas de apnea, oxigenación sanguínea insuficiente, gran trabajo respiratorio con riesgo de agotamiento respiratorio o necesidad de vigilancia especial.
La bronquiolitis no tiene tratamiento, se cura sola, los síntomas de tos, mocos y fiebre suelen aumentar los primeros 2-4 días, iniciándose después la mejoría espontánea, para curar totalmente antes de una semana de enfermedad, tiempo que necesita el organismo de los niños para desembarazarse del VRS.
El VRS también ataca a los niños mayores de dos años y a los adultos, pero en estos cursa como un catarro banal, inofensivo, sin embargo actúan como reservorios y son parte de la cadena de transmisión del virus y por ello también responsable de la extensión de la epidemia.
La bronquiolitis no tiene tratamiento, los antibióticos, corticoides y broncodilatadores no son útiles, aunque se utilizan tan frecuentemente como inadecuadamente.
Sin embargo, los niños graves, generalmente los más pequeños, menores de 4-8 semanas, pueden necesitar hospitalización para recibir oxígeno, vigilancia especial y, a veces, soporte respiratorio a través de una máquina llamada respirador.
No existe vacuna pero sí anticuerpos que pueden administrarse en forma de inyecciones intramusculares durante los meses fríos del año que son los de riesgo.
Este tratamiento, que es muy caro, sólo está indicado en algunos recién nacidos en los que la infección por VRS podría ser fatal o muy grave, como los prematuros, los portadores de enfermedad cardiaca o pulmonar crónica y en algunos pocos más.
El mejor tratamiento de la bronquiolitis es su prevención. Evite que su hijo pequeño entre en contacto con cualquiera que tenga un resfriado o un catarro respiratorio; cuando esto no es posible, obligue a usar mascarilla facial, lavado riguroso de manos y si está en el hospital, bata de papel de uso único; evite compartir las salas de espera junto a niños o adultos tosedores, en definitiva aísle en lo posible a su hijo de contagios del VRS.
Si tu hijo está decaído, rechaza la alimentación, tiene dificultad al respirar o tiene pausas cortas en las que no respira, acude sin demora a su médico o al hospital.
Fuente: elmundo.es