Los datos que se tienen hasta ahora no avalan la rutina de una prueba sanguínea que a los oídos de hasta los no iniciados ya suena casi tan familiar como lo es, por ejemplo, el colesterol o la glucemia. En el mítico nombre de la palabra chequeo, el PSA -acrónimo inglés de Antígeno Prostático Especifico– se ha impuesto como un presumible buen marcador para evaluar si los varones mayores de 50 años tienen riesgo elevado (o no) de tener un cáncer en su próstata.
Pero la realidad es que el PSA es un marcador ‘flojo’. Lo defienden, y es lógico ya que no hay nada de momento mejor, casi todos los urólogos del mundo -convencidos de que su generalización está salvando vidas- pero lo pone de nuevo en cuarentena la División de Servicios Preventivos de EEUU (un organismo de renombre, conocido entre la comunidad científica, que se encarga de revisar los mejores métodos para llevar a cabo medicina preventiva con rigor).
Sería formidable que un pinchazo cada año a partir de los 50 años diera en los hombres resultados semejantes -disminuyendo la mortalidad prostática- a los que ha conseguido la mamografía en las mujeres. No obstante, y de acuerdo con lo que la USPSTF (las siglas de la institución americana más conocida como la ‘American Task Force’) ha publicado en el último número de la revista Annals of Internal Medicine, ni los buenos estudios individuales que existen con la prueba, ni la revisión de todos juntos, autorizan a dar al PSA carta de garantía.
Los expertos afirman que los datos que existen hasta ahora son pobres y que hay que esperar a que finalicen los dos grandes ensayos aleatorios y controlados que se están llevando a cabo en EEUU y en Europa para recomendar o no el PSA para todos.
Fundamentalmente, porque la prueba, por sí misma banal y barata, al ser inespecífica puede dar resultados falsamente positivos o negativos con suficiente frecuencia como para considerar este hecho un problema importante, y preocupante.
La particular biología del cáncer de próstata hace, con las herramientas que existen en la actualidad, muy difícil pronosticar de forma personalizada qué pasará con él en base únicamente a la biopsia de un tumor que esté localizado en el interior de la glándula. Las terapias del cáncer de la próstata -la mayoría eficaces- no pueden considerarse inocuas.
Tanto la cirugía como la radioterapia tienen un coste en euros y efectos secundarios que hay que tener en cuenta, si se piensan que un porcentaje considerable de estos cánceres no van a causar la muerte del paciente casi nunca. Los críticos aseguran que con el PSA existe un riesgo alto de sobreactuar terapéuticamente frente a tumores que no van a dar problemas muchas veces.
Por lo tanto, en espera de los resultados de los ensayos clínicos de gran envergadura o de la llegada de marcadores altamente específicos, resonancias magnéticas funcionales de certeza increíble y microscopios tan ‘finos’ que sean capaces de acertar en el pronóstico con una fiabilidad individual del 90%, los expertos de la American Task Force de la Medicina Preventiva lo han dejado muy claro.
• El PSA es absurdo de rutina a partir de los 75 años.
• De 50 a 75 años, convendría que los varones consultarán con su médico los pros y los contra -que los hay- de la prueba antes de llevarla a cabo.
• El test puede ser más recomendable de rutina en los afroamericanos (que tienen una incidencia mayor de tumores prostáticos que los caucásicos y asiáticos) y en aquellos con unos antecedentes familiares muy cercanos (padres y hermanos) de este tipo de cáncer.
Fuente: elmundo.es