Pesticidas en los alimentos, partículas en suspensión en el aire que respiramos o vertidos tóxicos en el agua. Estamos rodeados de compuestos químicos que pueden empeorar nuestra salud. A medida que los países en desarrollo se industrializan de forma incontrolada y los países ricos se despreocupan del bienestar medioambiental en pro de las ganancias económicas, nuestra salud se deteriora. “Un 25% de la mortalidad en el mundo es atribuible a factores ambientales”.
Así lo ha señalado la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, María Neira, que ha respondido a las dudas planteadas por los internautas al respecto.
Aire
La contaminación del aire es lo que más preocupa a los internautas. Según ha explicado la experta, “los efectos nocivos van desde asma, bronquitis, inflamación de las vías respiratorias. Y esa contaminación ambiental del aire causa en el mundo 800.000 muertos al año”.
“Cuatro de los contaminantes más peligrosos para la salud humana: las partículas en suspensión, el dióxido de azufre, el ozono y el dióxido de nitrógeno. Las concentraciones alcanzadas de estas partículas en muchas ciudades del mundo desarrollado causan graves problemas para la salud”, ha sentenciado. “El habitante medio de una ciudad europea puede contar con una reducción de su esperanza de vida de un año debido a la contaminación del aire por estas partículas”.
Para tratar de minimizar los efectos nocivos de la contaminación sobre los habitantes de una ciudad como Madrid, Neira aconseja “evitar zonas que tengan un tráfico muy importante e intentar ir a las zonas verdes de la ciudad”.
Medidas como la mascarilla a la hora de “hacer bici”, tal y como plantea un lector, no son del todo satisfactorias: “Supone una pequeña protección, pero no evita el paso de cierto tipo de partículas”, ha explicado. Por eso, ha sugerido la movilización social “para conseguir una reducción del tráfico”.
Pesticidas y alimentos
Con respecto a los plaguicidas, la especialista reconoce que, a pesar de que “desde luego, el uso excesivo de pesticidas o productos químicos tiene un demostrado efecto negativo en la salud pública”, su “uso racional” permite el acceso a los alimentos en muchos países pobres. Sin embargo, estos mismos países son los que menos regulación y control tienen sobre estas sustancias.
Los vertidos que contaminan nuestros mares también preocupan a los lectores, que se preguntan si “afectan a los animales que viven en ellos y que nosotros consumimos”. Neira ha asegurado que las autoridades nacionales e internacionales están estudiando precisamente la amenaza de los tóxicos acumulados en los animales que ingerimos, pero ha recordado que “la mejor prevención es luchar contra estos vertidos”.
Agua
Neira no ha respondido con contundencia: “El agua representa uno de los pilares básicos de la salud pública y uno de los grandes retos y desafíos a los que todavía nos enfrentamos”. Las cifras lo confirman: “en el mundo hay más de un millón y medio de personas que mueren al año por problemas relacionados con la falta de agua y saneamiento”.
Cambio climático
El cambio climático es una realidad -“la comunidad científica no tiene ya ninguna duda”, ha señalado- y provocará un aumento de las enfermedades infecciosas en ciertas zonas del planeta. El aumento de temperaturas favorece la “reproducción de vectores de enfermedades como ciertos mosquitos” y podrían reaparecer en Europa “enfermedades como la malaria o el dengue”.
Medidas desde la OMS
Insta a los ciudadanos a aportar nuestro pequeño y valioso granito de arena “usando menos el coche, apagando las luces en nuestra casa o teniendo una práctica de consumo de energía racional, un sistema de ventilación responsable y siendo cada vez más consciente de que nuestra aportación es importante”. Y por supuesto, presionar a los gobiernos. “Es nuestra responsabilidad también influir y exigir que nuestras políticas gubernamentales sean cada vez más adecuadaS y en línea con nuestras necesidades como ciudadanos”.
Asimismo, Neira ha explicado las medidas que se están llevando a cabo desde el Departamento de Salud Pública de la OMS. “El abanico de intervención es amplísimo”, ha reconocido. “Van dirigidas tanto a reducir, por un lado, los riesgos ambientales más clásicos, como la falta de agua potable o de saneamiento ambiental […], hasta la promoción de medidas para proteger la calidad del aire; políticas de energía y salud; riesgos ambientales relacionados con sustancias químicas; crisis ambientales radionucleares o causadas por uso deliberado de armas químicas o nucleares”, entre otros.
Fuente: elmundo.es