A pesar de los riesgos que implica, muchas mujeres continúan fumando durante el embarazo. Varias investigaciones sugieren que la existencia de trastornos psicológicos, como la depresión, podrían estar detrás de este hábito y del fracaso de los intentos de abandonarlo.
Los datos señalan que niveles elevados de estrés, poca capacidad de adaptación y la falta de recursos y de apoyo pueden provocar depresión, continuidad del consumo de tabaco o recaídas durante la gestación.
El resultado es que más de una de cada 10 embarazadas fuma, según las estimaciones del Gobierno de Estados Unidos. Una encuesta reciente acerca del consumo de alcohol y otras sustancias en este país reveló que el 22% de las gestantes es incapaz de dejar el tabaco y que el 10% era dependiente de la nicotina.
Este mismo sondeo descubrió que el 30% de estas mujeres padecía algún tipo de trastorno mental como desórdenes de personalidad, depresión o alguna fobia. Estas patologías resultaron ser mucho más comunes entre aquellas que tenían dependencia.
En otra investigación, el Project Baby Steps, un ensayo clínico sobre el abandono del tabaco, mostró que más del 50% de las participantes presentaba algún grado de síntomas depresivos.
“Todas estas mujeres conocen los riesgos que conlleva para la salud. No se trata de eso”, explica Jan Blalock del M. D Anderson Cancer Center (Texas, EEUU), centro que lleva a cabo el citado proyecto. “Tenemos que comprender por qué estas mujeres no pueden dejarlo”.
Fumar como “terapia”
Una de las explicaciones que toma más fuerza es la de la presencia de algún grado de depresión o de otros trastornos psicológicos que hagan de la dependencia al tabaco una relación mucho más fuerte de lo habitual.
Según algunos trabajos, la nicotina, sustancia adictiva que contienen los cigarrillos, podría tener cierta acción antidepresiva sobre el cerebro. Aunque el embarazo suele ser una buena razón para abandonar los cigarrillos, para las mujeres que padecen algún trastorno mental se convierte en un imposible ya que no sólo los consumen por hábito sino que obtienen un efecto terapéutico.
“Aunque el precio es muy elevado”, explica Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Consumo de Drogas y responsable de la encuesta aludida. Esto hace de fumar “una enfermedad más que una elección”, añade. “Es responsabilidad de la sociedad proporcionar un tratamiento porque aquí hay dos individuos afectados”.
Las madres que fuman durante el embarazo exponen a sus hijos nonatos a una serie de riesgos que pueden terminar, incluso, con la vida del feto. El tabaco aumenta las posibilidades de aborto espontáneo, de bajo peso al nacer, de parto prematuro y de aparición de trastornos de comportamiento en el niño, hipertensión o infarto, entre otros.
Fuente: elmundo.es