Aunque sea de forma inconsciente, lo cierto es que a las personas que sufren una enfermedad mental se las mira con miedo, a pesar de que tanto los expertos como las asociaciones de pacientes no se cansan de decir que los ‘locos’ no son más peligrosos que los ‘cuerdos’. Ahora bien, ¿qué sabemos realmente sobre la relación entre enfermedad mental y peligrosidad?
La tendencia general en los ambientes psiquiátricos defiende que no es posible asociar enfermedad mental con violencia, delincuencia o peligrosidad, pero lo cierto es que los escasos estudios científicos realizados hasta el momento ofrecen resultados contradictorios.
Por ejemplo, en un estudio clásico se observó que la presencia de una enfermedad mental grave multiplicaba por cinco la probabilidad de conductas violentas durante un año. Igualmente el padecimiento de una psicosis paranoide activa (no remitida de forma estable) se relacionó con mayor riesgo de violencia. Según otros la frecuencia de conductas violentas en pacientes con esquizofrenia puede llegar a ser de tres a 56 veces mayor que en la población general.
Sin embargo otras investigaciones han observado que la frecuencia de conductas violentas en personas con enfermedad mental no difiere de la del resto de la población general de similares características (edad, sexo, condiciones de vida, etc.), siempre y cuando estén estables y no consuman drogas. Asimismo hay estudios que incluso encuentran un menor riesgo de violencia en pacientes con esquizofrenia o síntomas psicóticos activos.
En otros se ha visto que el consumo de tóxicos asociado a la enfermedad mental es lo que más aumenta el riesgo de violencia. El abuso de sustancias multiplica por 16 el riesgo de ser detenido y condenado por conducta violenta en personas diagnosticadas de esquizofrenia.
Otra forma de verlo es comprobar si los que cometen delitos violentos, homicidios, etc. padecen más enfermedades mentales. Pues bien, se ha comprobado en estudios con amplias poblaciones de delincuentes que al menos el 10% padece alguna enfermedad mental grave, hasta el 40% de ellos recibe a lo largo de su vida un diagnóstico de esquizofrenia, el 37% de patología afectiva, pero que sólo el 33% de ellos mantienen un contacto estable con los servicios de salud mental.
Fuente: elmundo.es