Si hay una época del año en la que me hago buenos propósitos, después de la de las uvas y el champán, es justo después de las vacaciones estivales. Tras los excesos, gastronómicos y siesteros, siempre me propongo hacer más deporte, cuidarme más, comer sano…
En definitiva, que el próximo verano no me vuelva a pillar como el pasado… ¿Te suena? Por eso esta misma semana, y temiendo que las buenas intenciones se esfumen como ha ocurrido cada año, he acudido a un centro de estética para comenzar el cercano otoño con buena cara, nada como una limpieza de cutis purificante -no pienses que es sólo para pijas-.
La mejor manera de comenzar a superar los abusos veraniegos y decir adiós a los poros dilatados, las células muertas y a los horribles puntos negros. ¡Aplícate el cuento!
Lo primero es escoger una buena profesional, ya que hay que tener mucho cuidado porque tiene que ser realizada con mimo y mucha limpieza, para que la cara que no se inflame o queden pequeñas cicatrices. Si no te la has hecho nunca no tengas miedo, tranquil@, no es un proceso agresivo. La limpieza consta de cuatro pasos: pulido, extracción, descongestión y nutrición del rostro.
En el primero se prepara el cutis con una emulsión, específica para tu tipo de piel, con el fin de ablandar los poros para facilitar la extracción. Un vez eliminadas las impurezas -los puntos negros, vaya-, los productos descongestivos harán su trabajo: con ello lo que se pretende es desinflamar la piel. Para terminar, la mascarilla nutritiva, con vitaminas y colágeno, aportarán tersura al cutis.
En total dura alrededor de una hora y la frecuencia con la que te la tienes que realizar suele ser cada 2-3 meses, aunque dependerá del tipo de cutis (las pieles grasas las necesitan más a menudo que las secas). De todas formas si tienes algún problema específico -acné, rosácea…-, será mejor que consultes con un dermatólogo para que te aconseje personalmente.
Si prefieres realizarla en casa, aunque te aseguro que el resultado no tiene nada que ver, necesitarás leche limpiadora, tónico, peeling, aceite, leche hidratante y una mascarilla acorde a tu tipo de piel. Comienza la sesión: lo primero de todo es la leche limpiadora, después un peeling que arrastre las impurezas, posteriormente aplica el producto purificador, posteriormente la mascarilla y por último la crema hidratante.
Pero como más vale prevenir, a diario no olvides limpiarte el rostro, ¡incluso aunque no te hayas maquillado! Si tu cutis es muy graso, recógete el pelo en una coleta para dormir y cambia la funda de tu almohada cada poco, aunque te parezca una chorrada la tela absorbe oleosidad y se puede fijar en tu rostro facilitando la aparición de granos e impurezas.
Fuente: elmundo.es