Hasta finales de la década de los 80 nadie había podido observar el interior del intestino delgado. La tecnología disponible para explorar el aparato digestivo sólo hacía posible llegar al esófago introduciendo un endoscopio a través de la boca, y al colon, introduciéndolo a través del recto.
Ya en los 90, con el diseño de una cápsula endoscópica, científicos israelíes terminaron con la impotencia médica de no ver claramente qué pasaba en esa parte del cuerpo y con el trauma de los pacientes que eran sometidos a aquellas incómodas endoscopias, asegura Clara Luz Martínez García, jefa del Servicio de Endoscopia del Hospital Regional Número 1, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En México, el dispositivo está disponible desde el 2001 en hospitales privados a un costo de entre 15 y 18 mil pesos, y en el servicio de salud público, específicamente en el IMSS, a partir de junio de 2007, por lo que los pacientes se ahorran alrededor de 9 mil pesos, costo de cada cápsula.
Miles de fotos
La cámara que contiene la cápsula, que al tacto es de un material similar al plástico, tiene la capacidad de tomar entre 50 y 75 mil fotografías durante las ocho horas en que hace su recorrido. De hecho, en cuanto es desmontada de su empaque, inicia la toma de fotos.
“Se explora bien la laringe, la faringe, el esófago, el estómago, el duodeno, y llega a alcanzar más o menos al ciego (donde se junta el intestino delgado con el grueso)”, explica Martínez García, endoscopista que se capacitó en Estados Unidos en el uso de esta tecnología.
El pequeño dispositivo cuenta con una batería que proporciona la luz necesaria para captar las imágenes con mayor definición.
El paciente, sin anestesia, toma la cápsula como si se tratara de cualquier medicamento, pero, a las cuatro horas de haberla ingerido, debe volver a tomar un poco de líquido para que el camino se lubrique y siga su trayectoria sin dificultad.
Tras el recorrido, la cápsula se expulsa naturalmente entre 24 y 48 horas luego de haberse ingerido.
“Si después de ese tiempo no la expulsan, tomamos una placa de rayos X para ubicarla y, en su caso, hacer una pequeña cirugía para capturarla, pero esto es poco común”, aclara la experta.
Antes del dispositivo, sólo se contaba con la opción de la tomografía o la resonancia magnética; sin embargo eran técnicas de baja sensibilidad diagnóstica.
Los creadores de la cápsula trabajan en modelos más sofisticados para aumentar la cantidad de luz y el número de tomas por segundo y en hacer una biodegradable.
Escaneo completo
La cantidad de imágenes captadas por la minicámara permite a los médicos tener una fotografía completa del intestino delgado.
Con esa información, se puede encontrar la razón, por ejemplo, de las hemorragias “de origen oscuro”, es decir que no se sabe qué las provoca, pero se descubren tras analizar en el laboratorio las heces del paciente o porque análisis sanguíneos revelan la presencia de anemia.
“En el 60 por ciento de las hemorragias de origen oscuro se encuentran malformaciones de los vasos sanguíneos del intestino, y eso provoca el sangrado.
“También se puede emplear con pacientes que padecen diarreas crónicas o anemia sin origen definido”, agrega Martínez.
Algunas enfermedades inflamatorias e inmunológicas pueden dañar el intestino delgado, y la cápsula resulta muy útil para diagnosticarlas.
Según sus creadores, la cápsula se puede emplear en pacientes de 7 años de edad en adelante.
Personas que emplean con regularidad antiinflamatorios no esteroideos (AINES, por sus siglas en inglés) para tratar alguna enfermedad reumática, osteoartritis o algún problema de ortopedia también son candidatos al uso de esta cápsula, en especial si tienen sangrado intestinal.
En México, actualmente existen alrededor de 40 lugares, la mayoría del sector privado, donde se ofrece la cápsula endoscópica, concluye Martínez.
Fuente: Clara L. Martínez García