Digamos que caminas por la calle y alguien que empuja una carriola con un bebé viene en la dirección opuesta. El bebé te mira directamente y estalla en una enorme sonrisa desdentada.
¿Qué haces? Si eres como la mayoría de la gente, sonríes también por instinto y te sientes bien.
El bebé podría reaccionar al mostrar una sonrisa aún más amplia y tal vez dará patadas de deleite, lo que entonces ampliará su propia sonrisa y se sumará al sentimiento de calidez que se extiende en su pecho.
Pero, ¿qué pasaría si no pudieras sonreír de forma natural, con las habituales arrugas que se forman alrededor de tus ojos y los pliegues en tus mejillas?
Hay evidencia científica convincente de que sería difícil lograr el mismo tipo de intercambio e interacción mutuos -con bebés o cualquier otra persona-. Expertos consideran que reflejar las expresiones faciales de otra persona es esencial, no sólo para reconocer emociones, sino para sentirlas.
Por eso es que cualquier cosa que trastorne nuestra habilidad para exteriorizar sentimientos es motivo de preocupación, sobre todo en una época en la que el bótox y otros procedimientos cosméticos que paralizan, estiran, rellenan o alteran el rostro son comunes.
Los labios en gesto permanente de puchero y los entrecejos lisos tal vez sirven para los selfies, pero investigaciones sugieren que proyectan indiferencia en las expresiones y nos desconectan de nuestros sentimientos y de los sentimientos de los demás.
Actualmente, la gente reorganiza de forma constante su apariencia facial en formas que evitan entablar mimetismo facial al no tener idea de lo mucho que usamos nuestros rostros para coordinar y gestionar interacciones sociales.
Al seguir el ejemplo de personajes frívolos como las Kardashian, el uso de las inyecciones de bótox ha aumentado más de 800 por ciento desde el 2000, y el uso de rellenos de tejidos blandos 300 por ciento.
Además, se ha visto la llegada de los así llamados mini face-lifts, donde la gente puede adoptar un enfoque más gradual hacia la cirugía cosmética al someterse a procedimientos en ojos, frente, barbilla o mejillas, que se realizan a la carta.
Además, el sondeo anual más reciente de los miembros de la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial señala la creciente tendencia del llamado “prejuvenecimiento“: Hombres y mujeres que se someten a procedimientos cosméticos cuando aún son veinteañeros y treintañeros.
Estas personas buscan adelantarse al envejecimiento al inmovilizar, rellenar o estirar quirúrgicamente sus rostros antes de que empiecen a aparecer arrugas y falta de firmeza.
Eso es preocupante porque siempre que uno interactúa con otra persona -parejas románticas, amigos, familiares, colegas, clientes, bebés en carriolas- ambas partes reflejan de forma sutil y subconsciente las expresiones faciales del otro.
Al reflejar las expresiones de una persona, uno no sólo da señales de que está interesado y participa, sino que también es una especie de círculo de retroalimentación que nos ayuda a empatizar.
Si obstaculizas tu habilidad para hacer eso, aunque sea un poco, cambias la dinámica social entre la otra persona y tú.
Fuente: Paula Niedenthal