Los especialistas de la salud disponen ya de una nueva técnica que permite verificar si un niño sufre un trastorno de atención e hiperactividad y constatar la mejoría que experimentan los pacientes en tratamiento. Un estudio realizado con este procedimiento ha constatado que los chicos hiperactivos suelen tener el cerebro ligeramente más pequeño que el resto de los chavales, en torno a un 3%.
“Ahora tenemos una prueba que demuestra que el déficit de atención y la hiperactividad no son algo propio de la edad y que se pasará con el tiempo, como creen muchos padres. La Tomografía por Emisión de Positrones (PET) revela que existe una disfunción cerebral y que, por tanto, debe ser tratada”, explica el psiquiatra responsable del estudio, Juan Antonio Hormaetxea.
La hiperactividad es una complicación neurológica, más típica en los niños que en las niñas, que comienza a los tres o cuatro años y se agrava en la edad escolar. Los chavales que la padecen suelen ser muy movidos, aunque no siempre responden a un mismo patrón. “Los casos más preocupantes resultan, de hecho, aquellos en los que el pequeño es más tranquilo y nunca actúa de manera impulsiva, porque son los más difíciles de diagnosticar”, indica Hormaetxea.
El componente genético tiene, según este experto, un peso limitado en la aparición del trastorno, en la que también intervienen factores ambientales como unas relaciones familiares conflictivas o la influencia de otros niños problemáticos. Las investigaciones realizadas en los últimos años han demostrado, asimismo, la incidencia en el trastorno de alteraciones metabólicas en neurotransmisores del cerebro, como la dopamina y la noradrenalina. Partos complicados, infecciones intrauterinas y traumatismos ocurridos durante los primeros años de vida también influyen en la posterior aparición de la hiperactividad.
Cerebro más Pequeño
Técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética y la tomografía (TAC), ya habían apuntado que había menores con déficit de atención que presentaban un menor volumen cerebral. El uso de la nueva técnica de imagen, de la que disponen unos pocos centros en España, ha permitido establecer que esa diferencia craneal frente a niños sanos es mucho más elevada de lo que se pensaba.
Las imágenes obtenidas con el PET, además de otras pruebas de alteraciones físicas en el cerebro de los niños hiperactivos, también evidencian la mejoría clínica de los pacientes sometidos a tratamiento. Hormaetxea afirma que esta técnica puede servir, por ello, como un marcador de la eficacia de la terapia farmacológica.
Fuente: Consumer