Comparado con las personas que no fuman y mantienen un peso saludable, los adultos obesos y fumadores pueden perder hasta trece años de su vida.
“Entre los nueve factores de riesgo que favorecen la aparición de un infarto al miocardio, el tabaquismo ocupa el segundo lugar, sólo superado por la acumulación elevada de grasas en la sangre, lo cual en buena medida es condicionado por la obesidad”, explicó Marco Antonio Ramos Corrales, jefe de la Unidad Coronaria del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, en un comunicado difundido por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Tanto el tabaquismo como la obesidad favorecen la presencia de ateroesclerosis (depósito de lípidos y formación de placa en las arterias), y con ello hipertensión arterial, infartos cardiacos y eventos vasculares cerebrales, diabetes mellitus, así como diversos tipos de cáncer como el pulmonar, el de estómago y el de próstata, agregó el experto.
Ante esto, la única opción para reducir el riesgo es dejar el hábito de fumar y cambiar a un estilo de vida saludable que incluya una alimentación balanceada y la práctica de ejercicio diariamente por lo menos durante 30 minutos.
Si se deja de fumar, la capacidad pulmonar mejora después de diez años y el riesgo de cáncer se reduce hasta un 50 por ciento; y después de quince años, el peligro de sufrir hipertensión o un infarto es igual al de cualquier persona que no haya sido adicto al tabaco, concluyó Ramos Corrales.
Fuente: Georgina Montalvo
