Mente Saludable

Proyecto de vida

Dicen los expertos que una de las condiciones para la madurez psicológica es tener un proyecto de vida estable. Una vida sana, hemos dicho muchas veces, se sustenta en una temporalidad de presente, pero, al mismo tiempo, ha de apuntar hacia el futuro, hacia una meta, hacia un horizonte, aunque éste sea en última instancia siempre inalcanzable.

Proyecto de vidaDicen los expertos que una de las condiciones para la madurez psicológica es tener un proyecto de vida estable. Una vida sana, hemos dicho muchas veces, se sustenta en una temporalidad de presente, pero, al mismo tiempo, ha de apuntar hacia el futuro, hacia una meta, hacia un horizonte, aunque éste sea en última instancia siempre inalcanzable.

Tener un proyecto de vida significa asumir responsabilidades, implicarse, comprometerse. Es lo contrario a tener la cabeza llena de pajaritos, de planes fantasiosos e irrealizables. En lo del compromiso podemos establecer grados, diferencias cuantitativas.

El psicólogo Juan José García, al que le gusta poner toda la carne en el asador, establece con humor la diferencia entre estar implicado y comprometido: en un plato de huevos fritos la gallina está implicada, mientras que en un plato de jamón y chorizo el cerdo está comprometido. Gabriel Celaya, el poeta donostiarra, manifestaba la misma idea cuando decía que había que implicarse y más que implicarse, comprometerse, mojarse y, más que mojarse, había que mancharse.

La persona que carece de proyecto alguno se siente perdida y desubicada. Como un velero en medio del océano, sin rumbo fijo, sin cuaderno de bitácora y sin timón. Hay que fijarse un destino, una dirección, de nada sirve ir rápido o lento, lo prioritario es estar en la dirección correcta. Después desplegaremos el velamen que es la voluntad para que el viento, que es nuestra fuerza, nos empuje.

Hay que fijarse un Norte, un destino al que llegar, pero probablemente convenga mirar de vez en cuando por el espejo retrovisor, no olvidar el pasado. La experiencia previa también es importante y conviene saber de dónde venimos. Hay una imagen que no me resisto a plasmar, la de aquellos extraños pájaros borgianos que volaban hacia adelante pero como si nadaran de espaldas porque no querían perder de vista el lugar desde el que partieron.

El proyecto de vida debe favorecer el desarrollo de nuestro ser, facilitar nuestro crecimiento como personas, hacernos mejores. Una vida así es como una vela encendida que mientras se va gastando va llevando a cabo su fin, que es dar luz y calor a los que alumbra, una vela que mientras se va consumiendo se va consumando”.

Fuente: elmundo.es

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