Dieta & Nutrición

Todos al al 100%, con un buen desayuno

Para los nutriólogos pediátricos, es importante iniciar cualquier actividad que inicien los chicos, sea ejercicio o ir a la escuela, con alimentos equilibrados.

Frases como “el desayuno es el alimento más importante” o “no te vayas de casa sin desayunar” se repiten diariamente con justa razón, pues en la mañana es cuando el cuerpo almacena la energía del resto del día.

Para los nutriólogos pediátricos, es importante iniciar cualquier actividad, sea ejercicio o ir a la escuela, con alimentos equilibrados.

Es vital porque venimos de un prolongado periodo de ayuno. Son aproximadamente 8 horas las que hemos pasado sin comer y, al despertar, el cuerpo usa las reservas energéticas que le quedan para su funcionamiento vital.

Al llevar energía a las células, este alimento impacta positivamente en la concentración, rendimiento escolar, el metabolismo y ayuda a estar activos y alertas para que el cerebro realice correctamente sus funciones.

Comer cereal y leche no es suficiente, pues un desayuno debe integrar los cuatro grupos de alimentos: proteínas (huevo, lácteos o carne), cereales (amaranto, tortilla o avena), frutas y verduras, y grasas buenas (como nueces o aguacate).

Además, hay que trabajar en generar la costumbre diaria de desayunar, tanto en tiempo como en forma.

Levantarse un poco más temprano y siempre servir un plato con variedad de alimentos son algunas de las acciones que promueven este hábito. Al realizarse, los niños toman su ritmo y, cada vez con más facilidad, se despiertan con hambre.

Crear esta costumbre disminuye la cantidad de alimento chatarra, pues crean conciencia de una comida saludable.

Un problema común en los infantes es la falta de apetito; ante lo que se aconseja siempre servir el plato completo.

Un niño de 2 años debe ingerir una porción equivalente a un cuarto de taza de cada uno de los grupos alimenticios, conforme crece aumenta: a los 4 o 5 años se considera media taza, y de 7 a 8 años, una taza.

Además, es recomendable sustituir un alimento que no sea del agrado de un pequeño, siempre y cuando sea del mismo grupo, es decir, si no le gusta la leche, cambiar por otra proteína, no por una fruta. Pero, volver a intentar ese ingrediente en otro momento para que sí lo pruebe.

Sí a:

  • Comer entre la primera media hora o 60 minutos después de despertar.
  • Destinarle 15 minutos, mínimo, a desayunar, y hacerlo en familia con un plato similar.
  • Incluir proteínas, cereales, frutas y verduras y grasas naturales.
  • Variar los alimentos y su presentación para hacerlos atractivos.

No a…

  • Leche o cualquier líquido antes de comer, pues eso produce que disminuya el hambre.
  • El alto contenido de azúcar del yogur de sabor, galletas, leches o jugos procesados.

Fuente: Pamela Almada

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